La primera de las películas de las que hoy os voy a hablar es la surcoreana The Cat, una de esas historias de terror psicológico típicamente asiáticas, con espíritus malditos, apariciones y muchos sustos en lugar de escenas violentas o gore. El inicio de la cinta es encantador para los que seais unos enamorados de los gatos como animal de compañía y vomitivo para los que –como yo- estéis encantados con su estampa pero os parezca friki hablarles, vestirles con ropitas o pintarles el pelo. Total, que The Cat inicia la acción en una tienda de mascotas con servicio de peluquería dirigida por un tipo afeminado en la que trabaja la dulce So-yeon, una joven en tratamiento por su miedo a los espacios cerrados a causa de un trauma infantil que mientras está acicalando a Silky –una gata Chinchilla- tiene una extraña visión. Más tarde, cuando la dueña de Silky se la lleva a casa, la mujer fallece en el ascensor presa de lo que parece un ataque de pánico. Para evitar que los servicios municipales se queden con la gata, So-yeon se quedará con Silky mientras el marido de la fallecida no la reclame. A partir de ese momento, la joven comenzará a tener más visiones. Cuando comiencen a sucederse las muertes en su entorno, Se-yeon y Jun-seok –un policía amigo suyo- iniciarán una investigación encaminada a averiguar cual es la relación entre los accidentes y Silky.
Piltrafillas, ya os he dicho antes que estamos ante una de esas películas típicas de maldiciones y sustos, por lo que la visión de The Cat no es para tirar cohetes. La cinta tiene calidad técnica, las interpretaciones son aceptables –tampoco es que se les pida demasiado a los intérpretes- y los efectos de sonido y juegos de cámara sirven para hacernos saltar del asiento de tanto en tanto aunque ya nos imaginemos que algo va a pasar cuando, por ejemplo, se nos muestra a la protagonista mirando bajo la cama o escudriñando la oscuridad del interior de un armario. Por eso creo que esta es una película palomitera únicamente indicada para noches otoñales en las que queramos sufrir algunos sobresaltos, para ver en total oscuridad sin ejercitar demasiado las neuronas y sin que repugnantes escenas puedan hacer peligrar nuestro plácido sueño. En resumen, un entretenimiento inocente aunque recomendable para pasar el rato... y olvidar.
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