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Este es Bryan Rodner Carr, un fotógrafo norteamericano
establecido en Los Angeles que trabaja para numerosos clientes de la talla
de Ferragamo, Adidas, CHANEL, PAPER Magazine,
Dolce & Gabbana, Stella Artois, Playboy Magazine,
Spotify, NFL, Victoria Secret o Kodak, entre
muchísimos otros.
Y clausuro la semana con esta infumable Delitti, un
giallo de serie Z escrito, coprotagonizado y dirigido por
Giovanna Lenzi bajo la
supervisión de Serge Vidor
–alias de Sergio Pastore–, su marido en ese momento y un conocido realizador y guionista de
gialli en cuyas películas acostumbraba a aparecer
Giovanna. El detalle de la “supervisión” es cutre lindando con la condescendencia
machista, no me diréis que no. Por cierto, no sé si sería por el disgusto
–guiño malicioso– pero
Pastore fallecería el mismo año
del estreno. Y es que la peliculilla, protagonizada por
Saverio Vallone –en efecto, el
hijo de Raf Vallone–, Michela Miti, Tony Valente y
Laura Troschel, se las trae. Y es que el montaje, la fotografía, los diálogos absurdos y
la pobre puesta en escena son de lo peorcito que he visto últimamente. De
las interpretaciones ya ni os hablo, podéis imaginar el nivel. El argumento
nos muestra cómo se van produciendo unos extraños asesinatos, al parecer
utilizando un potente veneno que desfigura a las víctimas.
Mientras, un inspector de policía vestido como una caricatura del
Clouseau de Sellers es el encargado de investigar las muertes, con un
periodista y escritor de novelas policíacas pululando alrededor. Todo eso
trufado con algunas escenas eróticas muy light y rodadas con pésimo gusto
que resultan tan excitantes como una pared de ladrillos. Por otra parte,
como seguramente el presupuesto era más que limitado y no había para efectos
de maquillaje, el estado en que quedan las caras de las víctimas se nos
muestra deliberadamente durante un milisegundo para que nuestro cerebro no
sepa muy bien lo que ha visto y así no advirtamos el patetismo de la máscara
deforme que se utiliza para dichas escenas. Si a todo ello le sumamos la
falta de sangre, el resultado no puede ser más que decepcionante en grado
sumo. En definitiva, que Delitti ha sido otra película fallida de la larga
lista de montones de guano que en los últimas tiempos me ha dado por
comentaros. Yo sí que tengo delito.
La primera entrada del domingo es para la norteamericana
Hayley Eichenbaum, una joven fotógrafa de Milwaukee formada entre el
San Francisco Art Institute y el
Milwaukee Institute of Art & Design que se ha establecido en Los
Angeles. Es autora de unos extraordinarios y coloridos paisajes que parecen
ilustraciones.
Y este es el artista norteamericano Kevin Foote, un pintor
afincado en Madison, capital de Wisconsin. Influenciado por la visita a una
exposición de Robert Mapplethorpe, se formó en fotografía por el Columbia College de Chicago antes de
cambiar la cámara por los pinceles y estudiar dibujo y pintura en la
School of the Art Institute. Sus obras acostumbran a comenzar con
fotografías, ideas y bocetos que da forma en su iPad antes de
pasarlas al lienzo, perfilarlas y colorearlas con acrílicos y desarrollarlas
y finalizarlas con óleo. El resultado es estupendo.
Comienzo el día con Meredith Bruner, una fotógrafa formada en
la Ohio University’s School of Visual Communications que reside en
Los Angeles trabajando como freelance para clientes como
Amazon, Anine Bing, Athleta, Fabletics,
Halston, Levi’s, Lucky Brand, Maisonette,
Nordstrom o Torrid.
Inauguro un nuevo fin de semana, el último del mes, con el pintor
Mark Enwistle. Hijo de un piloto de la RAF, nació en Amman aunque
creció en el condado de Berkshire. Formado en el
Cambridge College of Art and Technology, inició una carrera como
ilustrador que le llevó a trabajar para editoriales como Penguin,
Random House o Heinemann como portadista. No obstante, con los
años sintió la necesidad de pasarse a la pintura y aquí lo tenemos
hoy.
