domingo, 30 de septiembre de 2012
Kelli Vance
The toy box
La nota bizarra del día la pone esta producción de 1970 titulada The toy box a cargo del realizador norteamericano Ronald Victor Garcia, un cineasta que ha desarrollado el grueso de su carrera como director de fotografía de numerosas y conocidas series de televisión –entre ellas Numb3rs, Providence, el re-make de Hawaii 5-0 o la mítica Twin Peaks- pero que no ha conseguido grado alguno de reconocimiento a nivel general como director, que digo yo que será por algo. Eso sí, los frikis que hemos visto esta cinta siempre le tendremos en nuestra memoria como autor de una de las películas más raras e inclasificables de la historia del cine de serie Z. El argumento de The toy box nos explica –de forma bastante lisérgica- como Ralph convence a su novia Donna para asistir a una extraña fiesta junto a otras personas en casa de un tío millonario que ha fallecido en la que los invitados deberán llevar a cabo diversas performances de carácter sexual ante su cadáver para tener derecho a una serie de regalos. Pero a las doce de la noche las puertas de la mansión se cierran, Ralph descubre que no pueden salir de allí y algunos muertos comienzan a aparecer. Lo que tenía que ser un divertimento erótico se convierte entonces en una pesadilla.
Amiguitos, The toy box tiene un inicio entre inquietante y cutre con una música amenazante, imágenes de muñecas y unos rótulos de créditos que no aparecen sobreimpresionados sino en cartulinas negras que la cámara enfoca y desenfoca para montar las transiciones de una manera algo tosca. Evidentemente el espectador descubre rápido que va a ver una obra de presupuesto muy, muy bajo. Continúa con Donna conduciendo su coche –el efecto de la lluvia es más que patético-, y conocemos a Ralph, quien regala a su novia un vibrador que esta no tarda en utilizar. Bueno, pues parece que estamos ante una cinta erótica setentera y vamos a asistir a una sucesión de escenas de alto voltaje... pero no es así, de ninguna manera. Porque sí, en The toy box hay sexo softcore, pero las patéticas interpretaciones –que en varios momentos parecen transcurrir bajo el influjo de sustancias psicotrópicas- y un desarrollo de lo más bizarro y surrealista que tiene su súmmum en un desenlace que se adentra en los terrenos de la ciencia ficción os dejarán descolocados del todo. Tenemos tríos lésbicos, sexo oral simulado, una mano que sale de una caja de zapatos para sobar las tetas de Uschi Digard –chica Meyer y una habitual del cine erótico y pornográfico de los 70 y 80-, sexo con una sábana, decapitaciones, orgías, necrofilia en una mesa de despiece de carnicero, bucólicas imágenes en un bosque, una mujer gigante desnuda, brumas... en fin, una cinta extraña y perturbadora que mezcla oscuridad, asesinatos, surrealismo y sexo. Os la recomiendo por lo raro de la propuesta, pero ya os aviso que estoy convencido de que las drogas tuvieron mucho que ver en el rodaje de este particularísimo cajón de los juguetes.
Juan de los Muertos
Piltrafillas, como ya os anuncié hace quince días, tengo intención de no ver –al menos en una larga temporada- ningúna cinta más de temática zombie. Así pues, esta primera película del domingo titulada Juan de los Muertos va a tener el honor de ser la última de este género de la que o hablo en el blog. Y debo deciros que ha sido la elección perfecta, un impresionante fin de fiesta con fanfarrias, una inmejorable traca final al paso de los no muertos por este espacio. Esta coproducción hispano-cubana de humor negro, grueso y gamberro nos cuenta la historia de Juan, separado y padre de una hija adolescente, un tipo listo –en su acepción más pícara-, cuarentón y donjuán que trapichea en La Habana junto a su colega Lázaro y que verá como su vida monótona en la capital cubana sufre un cambio traumático. En la ciudad, en medio de una extraña calma, se propaga una especie de gripe que colapsa los centros médicos. Entonces aparece un tipo enloquecido que comienza a asesinar a la gente a mordiscos, luego alborotos que la televisión oficial califica de alteraciones aisladas de la disciplina social achacadas a disidentes pagados por los Estados Unidos, luego un vecino que parecía haber muerto se comporta de manera muy extraña... y poco a poco comienzan a darse en toda la capital casos de ataques. Juan –superviviente nato- no tarda en darse cuenta de que se trata de una oportunidad y decide aprovecharse de la situación montando un negocio –Juan de los muertos: Matamos a sus seres queridos- con sus colegas de correrías para eliminar a los familiares infectados a cambio de un precio módico.
Juan de los Muertos se ríe de todo -Juan se refiere a los zombies, no como caminantes sino como disidentes-, aúna inteligencia y chabacanería y mezcla una ácida crítica social –como cuando se ve a los zombies deambular por la calle y una de las protagonistas dice “yo lo veo igual que siempre”-, con un humor negrísimo, sexo –ese sexo caribeño tan natural como beber ron a media mañana bajo el sol- y guiños cinéfilos –hilarante la referencia a Tiburón o a las películas de Bruce Lee- mostrándonos el tema de las epidemias zombies desde el pragmatismo y la cotidianidad de aquellos que están acostumbrados a sobrevivir en su día a día resolviendo los problemas con imaginación a la vez que van apareciendo, sin aspavientos ni un especial alarmismo, y con la voluntad de convertir en beneficio los imprevistos que la vida tiene. Así pues, servíos un ron –qué mejor ocasión que esta- y disponeos a disfrutar de Juan, Lázaro, California –su hijo- y sus ayudantes en su cruzada contra los disidentes. Lo dicho piltrafillas, Juan de los Muertos es la cinta de zombies definitiva, el perfecto colofón de una serie de películas de todo tipo que –en mi opinión- han agotado las ubres de la vaca del género. En definitiva: frikis amantes del gore y el humor negro, Juan de los Muertos no os defraudará. Recomendada totalmente.
Luz Ferrari
Prosigo con Luz Ferrari, joven fotógrafa bonaerense de la que no tengo más información que daros pero que me ha llamado la atención poderosamente. Sus obras alegran hoy con su presencia este humilde blog y lo despiden hasta esta tarde.
Ryan Graber
Este es Ryan Graber, joven diseñador e ilustrador freelance californiano que ha obtenido diversos premios como reconocimiento a su talento y ha colaborado con firmas y publicaciones como MSN, Esquire, Visa, PBS o GQ. En la actualidad reside y trabaja en San Francisco.
Gilles Vranckx
Inicio el domingo con el arte del ilustrador belga Gilles Vranckx. Con formación en el campo del diseño gráfico, la animación y el cómic, sus influencias son variadas y han enriquecido su estilo. Me ha hecho gracia la primera de las ilustraciones que os adjunto, podría titularse perfectamente Waiting for King Piltrafilla.
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