sábado, 28 de febrero de 2009
Bodas
Hoy quiero compartir algo con vosotros piltrafillas. Mañana llega el mes de Marzo y con él mi aniversario de bodas, así que desde este espacio quiero agradecerle a mi esposa que lleve tantos años aguantándome. Será que me quiere, porque sino no se entiende. En fin, como no ha entrado en el blog en su vida, tampoco se enterará de este piropo. Peor para ella. Por cierto –ya que estamos con el tema bodas-, os juro que mi mujer estaba muy guapa el día en que nos casamos pero debo admitir que no alcanzó las cotas de sensualidad de mi prima Casilda -la de Castuera- que ha decidido unirse en sacrosanto matrimonio con el botarate del Luisillo de esta guisa. Ha tenido que actuar la policía municipal debido al tumulto que se ha formado en la plaza de la iglesia: la Casilda saludando a los mozos y el Luis llorando de los nervios. Dos días le doy yo a esta unión, dos días.
Tokyo Gore Police
Y para redondear mi sesión doble he escogido a Tokyo Gore Police, un plato para estómagos fuertes forrados con plomo, un espectáculo bizarro y excesivo que –sin embargo- está rodado con gran calidad. En la cinta se nos cuenta como Ruka, oficial de un cuerpo de policía privatizado –algo que ya pasaba en Robocop- que opera en la capital nipona en un futuro no muy lejano, debe luchar contra unos mutantes que pueden utilizar cualquier parte de su cuerpo –en realidad cualquier muñón de éste, ya que las armas aparecen en las heridas- como arma mortífera. Sí piltrafillas, los pechos amputados se pueden convertir en lanzaderas de ácido, las vaginas desgarradas en bocas dentadas –si conocéis la obra de J.K. Potter veréis que algunas de sus ilustraciones han sido utilizadas como inspiración en esta cinta piltrafillas- y los penes arrancados a mordiscos se transfoman en cañones. Por si eso fuera poco, la protagonista desea vengarse del asesino de su padre, muerto años atrás a manos de uno de esos mutantes a los que se conoce como los “ingenieros”.
La película tiene insertados varios spots publicitarios que no podéis perderos. El de las colegialas anunciando un nuevo cutter que sirve para cortarse las muñecas, que duele menos y hace que la sangre sepa mejor es definitivamente hilarante. En resumen, humor negro, sangre a raudales amiguitos, a borbotones, ¡a mares!, vísceras y carne lacerada, diversión plena para un sábado por la tarde tumbado en el sofá con un gintonic a mano.
Requiem por un vampiro
Después de comer me he preparado para una nueva sesión doble de cine. La primera película que he decidido disfrutar ha sido la bizarra Requiem por un vampiro –conocida también como Vierges et Vampires o Caged Virgins-, cinta dirigida por Jean Rollin que nos cuenta como dos chicas que huyen a tiro limpio en un coche disfrazadas de payaso se esconden en un castillo en ruinas en el que son apresadas por una extraña secta vampírica.
El argumento –si se le puede llamar así- nos explica que el vampiro al que adoran esos acólitos es el último que queda en el mundo, y se dedica a contagiar la maldición para perpetuar su raza. Música psicodélica, melodías de órgano o piano, los colmillos de atrezzo más mal hechos que he visto en mi vida, jadeos, total ausencia de diálogos –apenas cinco o seis frases en toda la película- vello púbico y erotismo light son las características de una película que –sin embargo- me ha resultado distraída. No es Ciudadano Kane, evidentemente, pero por supuesto, es infinitamente mejor que El lago de los muertos vivientes, por poner un ejemplo. Piltrafillas, si os gusta el terror casposo y el erotismo kitsch no os podéis perder esta película, una más de las obras de esa especie de Tío Jess galo obsesionado con los vampiros.
Max Cardelli
Antes de marcharme aún tengo tiempo de hablaros de Max Cardelli, un milanés que estudió fotografía de moda en el Instituto Europeo de Diseño y que –dos años después de finalizar los estudios- se trasladó a Nueva York para comenzar a trabajar. Sus instantáneas han sido publicadas en Allure, Marie Claire, Elle y otros magazines del ramo y ha realizado fotos publicitarias para La Perla, Lancome, L’Oreal, Nike, Wella o Pirelli.
Miedo
Piltrafillas, es sábado y mi único objetivo esta mañana es desplazarme en coche a un colegio alejado de mi hogar para sufrir durante horas a grupos de niñas de diferentes centros escolares bailando coreografías ensayadas en sus clases de funky –malditas actividades extraescolares- sin el más mínimo interés para mi. Tendré que perder una mañana de fábula para pasear metido en un gimnasio, me castigaré el culo en unas gradas incómodas y frías y tendré que aguantar a otros padres y madres, por ver a mi hija mover su cuerpecito un par de míseros minutos. Rezo a Dios –y eso que soy ateo, lo que no sé si tiene mérito o es una falta de coherencia pasmosa- para que le toque bailar de las primeras, a ver si así puedo escaparme disimuladamente. ¿Cómo puedo ser positivo en un día que comienza así?, sencillo, me acuerdo de mis amigas las japonesas lígeritas de ropa y se me pasa un poco.
viernes, 27 de febrero de 2009
Scott McAulay
Finalizo el viernes –hoy tengo otras cosas que hacer que van a distraerme de mis obligaciones divulgativas en el ámbito del arte visual- con Scott McAulay, original fotógrafo que lleva años en el mundo de la moda, la belleza y el retrato de celebridades. Sus obras se pueden encontrar a menudo en las páginas de GQ, Arena, FHM o Maxim entre otros magazines. Vive en Londres, aunque no para de viajar inmerso en su búsqueda de las localizaciones más elegantes.
Chris Bonk
Chris Bonk dice de él mismo que es un ilustrador profesional del mundo de la publicidad. Lo cierto amiguitos es que no conozco ninguna de sus obras en ese campo. Al parecer es un artista del aerógrafo que desde siempre se ha mostrado interesado por el erotismo y la iconografía fetichista. Hombre, no digo yo que sea un mal dibujante –ya me gustaría a mi-, sin embargo tampoco le incluiría en una primera división del género. Aunque para mi sea un desconocido, los datos de que dispongo -siempre según sus palabras- me cuentan que ha expuesto en Helsinki, Amsterdam, Londres, Chicago y Nueva York. En fin, le daremos nuestra confianza y le permitiremos aparecer en este espacio. Total, de artistas más mediocres os he hablado.
jueves, 26 de febrero de 2009
Jason Bell
Y ahora le toca a otro Jason, este apellidado Bell, fotógrafo británico que cogió la cámara mientras estudiaba ciencias políticas, economía y filosofía en Oxford. Su trabajo ha recibido multitud de premios y –por ejemplo- la National Portrait Gallery ha adquirido un buen número de retratos de Jason Bell para su fondo permanente. Kate Winslet, Johnny Depp, Daniel Craig o Nicole Kidman han posado para él apareciendo en las páginas de Vogue y Vanity Fair. Es el autor de numerosos carteles cinematográfios y vive a caballo entre su Londres natal y Nueva York.
Marcus Ohlsson
Preciosas fotos ¿no creéis? Su autor es Marcus Ohlsson, un fotógrafo sueco que –merecidamente, sin duda- se está convirtiendo en uno de los más reputados autores emergentes de su país. Después de trabajar seis años como asistente, hoy sus obras aparecen en las páginas de Velvet, Tush o Arena. En publicidad ha trabajado para H&M, L’Oreal o Wella, entre otros.
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