Acabo por hoy con la norteamericana Daniela Edburg, una artista de Houston formada en Ciudad de México que lleva años paseando su talento por galerías y museos de los mencionados México y Estados Unidos, pero también de Rusia, España, Brasil, Uruguay o Francia, entre otros países.
viernes, 28 de febrero de 2014
CAP.7
Transfiero mi vida y conocimiento al Kybalion siguiendo instrucciones precisas de SU divino orden para futuro juicio de la humanidad:
Mi historia de campesino y hábil artesano, de feliz existencia con mi amada Eilidh -la bella Eilidh de dorados cabellos-, honrado por el señor del clan con tierras y hombres, se alteró por la mano de su mayorazgo. Sabedor mi señor del ultraje, cayó en mayor desatino al ordenar mi muerte y la de todos aquellos que me amaran, pues la ley imponía la ejecución del infractor y homicida, fuera cual fuese su rango a manos de quien por lazos de sangre u otros a bien tuviese hacerla cumplir.
Y empezó la sangría y con ella los incendios y con estos la hambruna.
Oculto en los pantanos, protegido por mis más leales camaradas, lloraba consumiéndome a orillas de por donde el cadáver de la otrora mi dueña se desvaneció. Oré a Cally mi muerte y se me agració con la vida eterna, la verdadera sabiduría, la fuerza, el dominio sin cortapisas sobre SU creación y un primer cometido: acabar con la anomalía que el mal quería instaurar.
Esperé por última vez como hombre a los sicarios del rey, entre brumas y vendavales les abatí uno tras otro. Mi pericia capturándoles vivos para luego arrastrarles hasta las enfangadas aguas donde ahogarles, me valió el sobrenombre de Kelpie.
Festejé una tras otra cada victoria con conejos, liebres y algún venado entre risas, buenos vinos y bailes con lugareños, amigos y honrados desertores de su majestad, todos comíamos, bebíamos y en persona entregaba al pueblo la parte del botín correspondiente.
Cuando el número de carniceros a sueldo alcanzó a 333, cesó su advenimiento, quizás la economía de mi infortunado señor estuviese en horas bajas o no conocía suicida alguno más. En estas, mi regreso al castillo de Culen no sorprendió a sus habitantes que, gustosos, franquearon mi paso hasta el salón del trono. Allí, en esa sala de iniquidad, descuarticé a vistas de todos, uno a uno, el linaje de su majestad, reservándome a hijo y padre como colofón.
Deben saber que SU divina esencia me otorgó licencias y dones.
Deben saber que a no pocos de SUS arcángeles -seres creados ex profeso-, aquellos que solo ellos podían ver SU rostro, amargaba y enrabiaba. No era el palacio en la montaña celeste, ni la libre disposición de cuantas hembras y sirvientes allende rincón del universo me fuera otorgado o mi albedrío, no, era el tiempo que dedicaba a mi persona: “un ser inferior”.
Olvidando su naturaleza, acordaron mi exoneración, precipitando su final.
SU gracia a bien tuvo comisionarme para tal fin, otorgome el honor de ser SU mandoble, cargo que contemplo hasta la fecha.
SU persistencia en la pureza, de un todo límpido, sin macula, contrajo su disociación en dos fuerzas de igual magnitud y violencia.
Abocados inevitablemente al cese de la creación, la guerra por la supremacía fue una constante de magnitud imposible de cuantificar en física humana.
Mucho fue el padecer del reino celestial, tanto como prosperó mi fama y devoción por Él.
A la postre, la pugna acabó en tablas cuyo sello se plasmó con un tratado que remató su arcángel y señor de la guerra: Heylel, una tregua de equilibrio sobrevenido, dividiendo universo y contenido.
Fueron tres millones de años evidenciando su efectividad de gran paz y holganza para mi, entonces, resolvió retirarse a meditar por 50.000 años.
Habíase acordado con el Señor de la Guerra, portador de la luz, el relevo en el orden, custodia y reinicio de SU creación. Heylel seguía el programa dado, riguroso en el método, digno arrendatario del trono.
Yo, versado en su traición a futuro, fiel cumplidor de cuantos cometidos me hacía, esperaba se cumpliera SU designio. Aunque tras 50.000 años de ausencia cognoscitiva, SU espíritu era solo un recuerdo, algo que a un inmortal se le da bien es: diluir la memoria. A fuer de sinceridad les relato que creía ya sus palabras como ilusa remembranza.
Toqué SU tierra un 23 de enero arrebatándole en su último estertor el cuerpo a un tal Arnaud, taxista, hombre, en exceso limpio, ordenado, solitario, friqui, enfermo terminal, adicto a la coca y a la maría por aquello de aliviar males, otrora de buena planta, aferrado aún al volante, como si su destino final fuera una partida de ajedrez y él el peón a mover se negara en consentir.
Visible a ojo humano, me presenté ante las puertas de la mansión donde Pablo, Pablo Gil, perdía contacto con la realidad gracias a un potente neurotóxico que permite su reprogramación mental…
Cumplidos los prolegómenos… entré, subí las escaleras serpenteantes hasta el segundo piso donde Helga jugaba con un vaso a modo de micrófono, ni que decir tiene que al verme lo dejó correr en caída libre por su cuerpo –como es de habitual cortesía para conmigo- hasta que a altura oportuna su pie atinó golpearlo… esquivarlo fue fácil con un simple movimiento de cabeza… nos miramos renovando votos... nos debíamos mucho… nos deseábamos más, no obstante nuestro Disociado Señor impedía contacto físico alguno… nuestras mentes cruzaron recuerdos amables a modo de saludo…prontamente acometimos nuestra obligación:
-Me gustaba más tu pelo dorado ¡so cabrona de mis entretelas! …
-Yo también te quiero… ¿Qué haces por estos andurriales?
La dejé aproximar tan a corta distancia para renovar su olor en mi memoria, tanto, que pudo asirme por el pico de la corbata quedando calcinada al instante. -¿A qué juegas? Le pregunté mientras me dirigía a prepararme un vodka seco en vaso largo, una bella manera de beber agua con sabor, pues no hay sustancia que pueda alterar mi juicio.
-Un poco de papilla y voilà: se cree un emisario alienígena en pos de la paz y concordia universal… jajaja
Me privan sus pecas y su risa aún más…
-Vengo a llevármelo por orden de…
-¿Heylel?
-Más arriba
-No te creo… además no le debo pleitesía… Y sí crees hijo de la grandísima que lo voy a ceder sin trocar... lo llevas tela crudo… Le necesito, ha de ser quien justifique a ojos humanos los crímenes cometidos…
-Tampoco pretendí tamaña cosa, te entrego en permuta el cuerpo que porto y el oro para tu iglesia… para tus iguales –sonreí malévolamente-, perdón tu empresa la Birkenfeld AG, lo encontrarás en dos sacos en el maletero del taxi, pero, éste, éste es mío…
Me miró, la mire, nos miramos en la dimensión donde nuestros cuerpos reales ataviados para la batalla enmudecieron, ninguno se atrevió a desenvainar primero, nuestro código no permite mostrar acero alguno sin verter sangre enemiga.
-¿Y Marko? –preguntó.
-Descansando –contesté.
A través del mirador la vi contonear su cuerpo recorriendo el corto camino de la puerta al coche, lanzarme como hembra ninguna sabe hacerlo esa mirada suya, doblarse para sacar del maletero del “Skoda” las bolsas y portarlas hasta el 4X4… la vi alejarse y volví a llorar por dentro.
“Pesqué” a Pablo, el “colgao” de Pablo a horcajadas hasta el taxi, poco después lo subía a su casa sin temor a ser descubiertos por los “Zipi y Zape” que habían encontrado la horma de su zapato al estrellar el viejo Ford azul contra una vieja y céntrica zapatillería de moda…
Lo acosté colocando su glock/20 sobre la mesita de noche derecha, en su contraria, abierto oportunamente el diario de Artur Schnabel y más abajo, entre el larguero de la cama y el armario, en el puto suelo, su querido amigo Cris.
Crisantomo Valdemoro de la Cruz yacía por sabia selección de ansiolíticos que tan descuidadamente guardaba nuestro anfitrión, incentivo para un alma en pena...
-¡Puta zorra! Se lo tenía merecido…
Pensó tras colgar.
Se los administré con cerveza, él celebraba y yo también que los micros estuvieron colocados y dejado evidencia irrefutable de su enajenación tras la llamada amiga notificándole la desgraciada muerte de Luisa. Luisa murió al intentar salvar a su perro cruzando la calle desatado, ¿un impulso? o quizás ¿un empujoncito? o ¿unas hábiles tijeras cercenaron su vida?
-Bien Pablo, bien -dije-, hazte digno de esta mudanza en el correr de tu vida y por lo que más quieras, cambia a Satie por Bach.
Tocata y fuga en re menor opus BWV 565.
El cuerpo que portaba lo entregué en el lugar y tiempo señalado…
Mi historia de campesino y hábil artesano, de feliz existencia con mi amada Eilidh -la bella Eilidh de dorados cabellos-, honrado por el señor del clan con tierras y hombres, se alteró por la mano de su mayorazgo. Sabedor mi señor del ultraje, cayó en mayor desatino al ordenar mi muerte y la de todos aquellos que me amaran, pues la ley imponía la ejecución del infractor y homicida, fuera cual fuese su rango a manos de quien por lazos de sangre u otros a bien tuviese hacerla cumplir.
Y empezó la sangría y con ella los incendios y con estos la hambruna.
Oculto en los pantanos, protegido por mis más leales camaradas, lloraba consumiéndome a orillas de por donde el cadáver de la otrora mi dueña se desvaneció. Oré a Cally mi muerte y se me agració con la vida eterna, la verdadera sabiduría, la fuerza, el dominio sin cortapisas sobre SU creación y un primer cometido: acabar con la anomalía que el mal quería instaurar.
Esperé por última vez como hombre a los sicarios del rey, entre brumas y vendavales les abatí uno tras otro. Mi pericia capturándoles vivos para luego arrastrarles hasta las enfangadas aguas donde ahogarles, me valió el sobrenombre de Kelpie.
Festejé una tras otra cada victoria con conejos, liebres y algún venado entre risas, buenos vinos y bailes con lugareños, amigos y honrados desertores de su majestad, todos comíamos, bebíamos y en persona entregaba al pueblo la parte del botín correspondiente.
Cuando el número de carniceros a sueldo alcanzó a 333, cesó su advenimiento, quizás la economía de mi infortunado señor estuviese en horas bajas o no conocía suicida alguno más. En estas, mi regreso al castillo de Culen no sorprendió a sus habitantes que, gustosos, franquearon mi paso hasta el salón del trono. Allí, en esa sala de iniquidad, descuarticé a vistas de todos, uno a uno, el linaje de su majestad, reservándome a hijo y padre como colofón.
Deben saber que SU divina esencia me otorgó licencias y dones.
Deben saber que a no pocos de SUS arcángeles -seres creados ex profeso-, aquellos que solo ellos podían ver SU rostro, amargaba y enrabiaba. No era el palacio en la montaña celeste, ni la libre disposición de cuantas hembras y sirvientes allende rincón del universo me fuera otorgado o mi albedrío, no, era el tiempo que dedicaba a mi persona: “un ser inferior”.
Olvidando su naturaleza, acordaron mi exoneración, precipitando su final.
SU gracia a bien tuvo comisionarme para tal fin, otorgome el honor de ser SU mandoble, cargo que contemplo hasta la fecha.
SU persistencia en la pureza, de un todo límpido, sin macula, contrajo su disociación en dos fuerzas de igual magnitud y violencia.
Abocados inevitablemente al cese de la creación, la guerra por la supremacía fue una constante de magnitud imposible de cuantificar en física humana.
Mucho fue el padecer del reino celestial, tanto como prosperó mi fama y devoción por Él.
A la postre, la pugna acabó en tablas cuyo sello se plasmó con un tratado que remató su arcángel y señor de la guerra: Heylel, una tregua de equilibrio sobrevenido, dividiendo universo y contenido.
Fueron tres millones de años evidenciando su efectividad de gran paz y holganza para mi, entonces, resolvió retirarse a meditar por 50.000 años.
Habíase acordado con el Señor de la Guerra, portador de la luz, el relevo en el orden, custodia y reinicio de SU creación. Heylel seguía el programa dado, riguroso en el método, digno arrendatario del trono.
Yo, versado en su traición a futuro, fiel cumplidor de cuantos cometidos me hacía, esperaba se cumpliera SU designio. Aunque tras 50.000 años de ausencia cognoscitiva, SU espíritu era solo un recuerdo, algo que a un inmortal se le da bien es: diluir la memoria. A fuer de sinceridad les relato que creía ya sus palabras como ilusa remembranza.
Visible a ojo humano, me presenté ante las puertas de la mansión donde Pablo, Pablo Gil, perdía contacto con la realidad gracias a un potente neurotóxico que permite su reprogramación mental…
Cumplidos los prolegómenos… entré, subí las escaleras serpenteantes hasta el segundo piso donde Helga jugaba con un vaso a modo de micrófono, ni que decir tiene que al verme lo dejó correr en caída libre por su cuerpo –como es de habitual cortesía para conmigo- hasta que a altura oportuna su pie atinó golpearlo… esquivarlo fue fácil con un simple movimiento de cabeza… nos miramos renovando votos... nos debíamos mucho… nos deseábamos más, no obstante nuestro Disociado Señor impedía contacto físico alguno… nuestras mentes cruzaron recuerdos amables a modo de saludo…prontamente acometimos nuestra obligación:
-Me gustaba más tu pelo dorado ¡so cabrona de mis entretelas! …
-Yo también te quiero… ¿Qué haces por estos andurriales?
La dejé aproximar tan a corta distancia para renovar su olor en mi memoria, tanto, que pudo asirme por el pico de la corbata quedando calcinada al instante. -¿A qué juegas? Le pregunté mientras me dirigía a prepararme un vodka seco en vaso largo, una bella manera de beber agua con sabor, pues no hay sustancia que pueda alterar mi juicio.
-Un poco de papilla y voilà: se cree un emisario alienígena en pos de la paz y concordia universal… jajaja
Me privan sus pecas y su risa aún más…
-Vengo a llevármelo por orden de…
-¿Heylel?
-Más arriba
-No te creo… además no le debo pleitesía… Y sí crees hijo de la grandísima que lo voy a ceder sin trocar... lo llevas tela crudo… Le necesito, ha de ser quien justifique a ojos humanos los crímenes cometidos…
-Tampoco pretendí tamaña cosa, te entrego en permuta el cuerpo que porto y el oro para tu iglesia… para tus iguales –sonreí malévolamente-, perdón tu empresa la Birkenfeld AG, lo encontrarás en dos sacos en el maletero del taxi, pero, éste, éste es mío…
Me miró, la mire, nos miramos en la dimensión donde nuestros cuerpos reales ataviados para la batalla enmudecieron, ninguno se atrevió a desenvainar primero, nuestro código no permite mostrar acero alguno sin verter sangre enemiga.
-¿Y Marko? –preguntó.
-Descansando –contesté.
A través del mirador la vi contonear su cuerpo recorriendo el corto camino de la puerta al coche, lanzarme como hembra ninguna sabe hacerlo esa mirada suya, doblarse para sacar del maletero del “Skoda” las bolsas y portarlas hasta el 4X4… la vi alejarse y volví a llorar por dentro.
“Pesqué” a Pablo, el “colgao” de Pablo a horcajadas hasta el taxi, poco después lo subía a su casa sin temor a ser descubiertos por los “Zipi y Zape” que habían encontrado la horma de su zapato al estrellar el viejo Ford azul contra una vieja y céntrica zapatillería de moda…
Lo acosté colocando su glock/20 sobre la mesita de noche derecha, en su contraria, abierto oportunamente el diario de Artur Schnabel y más abajo, entre el larguero de la cama y el armario, en el puto suelo, su querido amigo Cris.
Crisantomo Valdemoro de la Cruz yacía por sabia selección de ansiolíticos que tan descuidadamente guardaba nuestro anfitrión, incentivo para un alma en pena...
-¡Puta zorra! Se lo tenía merecido…
Pensó tras colgar.
Se los administré con cerveza, él celebraba y yo también que los micros estuvieron colocados y dejado evidencia irrefutable de su enajenación tras la llamada amiga notificándole la desgraciada muerte de Luisa. Luisa murió al intentar salvar a su perro cruzando la calle desatado, ¿un impulso? o quizás ¿un empujoncito? o ¿unas hábiles tijeras cercenaron su vida?
-Bien Pablo, bien -dije-, hazte digno de esta mudanza en el correr de tu vida y por lo que más quieras, cambia a Satie por Bach.
Tocata y fuga en re menor opus BWV 565.
El cuerpo que portaba lo entregué en el lugar y tiempo señalado…
© @LAIwtRYU
Lee aquí el siguiente capítulo.
Saxon – Strong arm of the law (1980)
Amigos del vinilo, un viernes más acudo a mi cita con este adictivo blog cooperativo con la ilusión de comentaros mis impresiones sobre uno de los álbumes de mi discoteca particular. Y hoy le dedico la entrada a los infravalorados Saxon. El caso es digno de estudio. Siendo uno de los grupos seminales de la NWOBHM, aún en activo a punto de cumplir los 40 años de vida y con un frontman respetado por la totalidad de los seguidores de este estilo de música, nadie nombra al grupo entre sus favoritos al ser preguntado –para muestra este blog, con medio millar de entradas ya y ninguna de estos defensores del metal- pese a que no existe heavy que se precie de ello que no tenga entre sus vinilos alguno –o todos- los de esta banda. Mi primer contacto con ellos fue en el 84 -después de ver en Tocata su clip del tema Just let me rock-, por lo que no tardé en hacerme con el Crusader. Y me gustaron tanto, que rápidamente me compré el The eagle has landed, mítico directo que me sirvió para entrar en contacto con una selección de lo mejor del repertorio de los británicos. Luego completé mi colección con el Power & the glory y más tarde con el fantástico Innocence is no excuse, con el que puse fin a las compras relacionadas con Saxon. Sin embargo, hace poco –gracias a Rockodium Records, cómo no- me hice con sus primeros álbumes y tengo en mente comprar algún día el Rock the nations... y el Destiny, aunque solo sea para completar una especie de Saxon 80’s collection particular. Pero este espacio no es para hablar de uno, sino de los vinilos que le gustan.
Así pues, obviando presentaciones –todos sabéis los orígenes de Saxon y si no, los buscáis-, pasaré directamente a comentar Strong arm of the law. En realidad se trata de su tercera obra tras un notable Saxon y el estupendo e imprescindible Wheels of steel -ambos editados por el sello francés Carrere, que serían los responsables de editar sus álbumes hasta el antes mecionado Crusader-, pero es con este álbum con el que tiran la casa por la ventana y con apenas cuatro meses de diferencia el mismo año en que su predecesor ha alcanzado el quinto lugar en la lista de ventas británicas, Carrere saca al mercado en carpeta doble llena de fotos, bonita contraportada... y pobre portada –contradicciones del mundo de los creativos- este Strong arm of the law, elepé que contiene cuatro o cinco temas míticos de la discografía del grupo.
Por aquel entonces, Saxon eran Biff Byford a las voces, Paul Quinn y Graham Oliver a las guitarras, Steve Dawson al bajo y Pete Gill a la batería. Juntos, se metieron en los londinenses Ramport studios con el productor Pete Hinton y grabaron los temas que darían lugar a Wheels of steel y a este Strong arm of the law sin una sola canción de relleno que contenía el siguiente trak list:
A
Heavy metal thunder
To hell and back again
Strong arm of the law
Taking your chances
B
20,000 ft.
Hungry years
Sixth form girls
Dallas 1 pm
Tras un efecto de sonido de tormenta, entran las guitarras de Oliver y Quinn y dan inicio al himno Heavy metal thunder y To hell and back again –no confundir con el de parecido título de Venom-, otro tema rápido en el que el bajo de Dawson y la batería de Gill llevan el ritmo sin desfallecer. Ambos nos sirven de preámbulo al tema título, el no menos mítico Strong arm of the law. La cara se concluye con un menos conocido Taking your chances en el que –y en eso hay que reconocerle el mérito a Hinton- la mezcla otorga su protagonismo a todos los miembros. Bajo, batería, voces, guitarras... todos están ahí, aportado su granito de arena en este fantástico tema y en el álbum en general.
La cara B comienza con un nuevo trallazo –el principio podría ser perfectamente de Motörhead, por ejemplo- que forma parte del largo listado de canciones imprescindibles de Saxon, ni más ni menos que 20,000 ft. que enlaza con la estupenda Hungry years. Luego viene Sixth form girls, que es el único que desconocía de la banda –después de comprarme el álbum me he dado cuenta de que no recordaba haberla escuchado nunca, pero me ha parecido que es tipicamente Saxon- y para terminar, otra de las imprescindibles de los de South Yorkshire, la apabullante Dallas 1 pm, con su inicio inconfundible de bajo y batería al que se añade primero una guitarra, luego otra... y luego otra más, con esa melodía repetitiva que todos los amantes de la música de este grupo tenemos para siempre grabado en las meninges.
En resumen, una joya, un álbum que fue un éxito en toda Europa y en Japón, y llevó a Saxon a embarcarse en un tour que les afianzó como gran banda aunque –pese a todo y como ya os he dicho al principio- no alcanzaron el nivel de otros grupos coetáneos como Def Leppard, Iron Maiden o Judas Priest -incomprensible e injusto-, aunque ahí ha estado siempre el honesto e incombustible Biff Byford al pie del cañón manteniendo la llama encendida.
Como no podía ser de otra manera, ni un tema ni dos ni cinco... os acompaño la grabación entera para que la disfrutéis.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Entrada publicada simultáneamente en ffvinilo.blogspot.com
jueves, 27 de febrero de 2014
Nicolas Buisson
Cada vez más cerca del fin de semana –y del mes-, os presento ahora al parisino Nicolas Buisson, un fotógrafo con estudio en la capital gala, dedicado a la publicidad y los reportajes lifestyle.
miércoles, 26 de febrero de 2014
Cyril Masson
Este es Cyril Masson, un fotógrafo y realizador francés que reparte su tiempo entre colaboraciones en campañas publicitarias para firmas de la talla de Helena Rubinstein, Panasonic, Levi’s o Nike y otros proyectos de índole más personal. Aporta un toque de color a este miércoles de poca inspiración.
The Darkness – Permission to land (2003)
Amigos, hoy os quiero hablar de Permission to land, el álbum de debut de los británicos The Darkness, algo así como la nueva promesa del hard rock ochentero, avanzadilla de la segunda oleada de la NWOBHM... o al menos eso parecía en 2003. Corría el verano de hace ya más de diez años y medio cuando los hermanos Hawkins –Justin, un anodino creador de jingles a las voces, sintetizador y guitarra y Dan a la guitarra y coros- editaban junto al bajista Frankie Poulain y el batería Ed Graham este álbum del que se extrajeron cinco singles y alcanzó la certificación –poca broma- de cuádruple platino en la Gran Bretaña, además de tres Brit Awards y un puesto 36 en la lista Billboard 200.
Su llegada fue un bombazo -no se podía negar-, los seguidores compraban su disco, la prensa especializada los convertía en sus niños mimados y la crítica se deshacía en elogios ante su sonido, una mezcla de clásicos que iban desde los obvios AC/DC –de los también hermanos Young- hasta Def Leppard, pasando por Queen o Thin Lizzy. El éxito de The Darkness era incuestionable, tanto que visitaron Japón y giraron por Europa con Metallica. Incluso –aprovechando el tirón- en Estados Unidos parte de la prensa arropaba a los Supagroup de los hermanos Chris y Benji Lee –otros deudores de Angus y Malcolm- y pretendía convertirlos en sus particulares Darkness. Era el renacer del eighties sound... pero no duró. Y es que, entre la enorme presión de superar ese monstruoso debut –ni con Roy Thomas Baker a los controles lo lograrían-, el abandono de Frankie Poulain y las adicciones de Justin Hawkins, The Darkness fueron perdiendo fuelle. Así, aunque al principio la prensa británica –sobre todo Kerrang!- seguía promocionándoles a lo grande, poco a poco fueron decreciendo las ventas. En la actualidad la banda sigue existiendo oficialmente, aunque desde 2012, cuando telonearon a Lady Gaga –sobran comentarios- no han publicado álbum alguno. Sin embargo una vez fueron muy grandes, y solo por eso The Darkness merecen nuestro respeto.
Grabado en los Chapel studios y los Paul Smith Music studios con Pedro Ferreira en la producción y mezclas -¿de dónde salió este tipo?- y con portada de Arthole sobre fotografías de Patrick Ford, The Darkness editó con Atlantic su álbum de debut conteniendo las siguientes canciones:
Black shuck
Get your hands off my woman
Growing on me
I believe in a thing called love
Love is only a feeling
Givin’ up
Stuck in a rut
Friday night
Love on the rocks with no ice
Holding my own
Black shuck tiene un inicio a lo AC/DC, aunque Justin no tarda en comenzar a cantar una melodía con –al menos para mi- recuerdos a Foreigner. Get your hands off my woman consta de un inicio sleazy garajero aunque con ese falsete forzado -y cargante para algunos- que me recuerda a Focus en su Hocus Pocus, acompañado de ese motherfucker repetido hasta la saciedad en toda la canción, con gran presencia del bajo en un tema machacón y repetitivo que sin embargo invita a saltar como un loco. Con Growing on me The Darkness nos ofecen un tipico tema NWOBHM style que en mi opinión es el mejor de los que llevamos, con un buen solo y algunos coros. I believe in a thing called love es otro gran tema, esta vez con reminiscencias a Thin Lizzy y más abuso de falsete por parte de Justin. La siguiente canción es un medio tiempo con más ración de dobles guitarras, una acústica por ahí, algunos coros por allá y varios solos para adornar, todo muy eighties, incluso parece que finaliza con una mandolina. Givin’ up es otro tema AC/DC style, con un buen solo. Stuck in a rut es quizás la que menos me gusta de todo el álbum, con más sonido heredero del legado de los hermanos Young, con falsetes, grititos e incluso risas histéricas que sirven de preámbulo a Friday night, otro medio tiempo que resulta incluso poppy, con guitarras a lo Thin Lizzy y Justin dedicándonos un ronroneo gatuno entre falsete y falsete, festiva e inolvidable. La fuerza vuelve con Love on the rocks with no ice, que tiene algo de funk metal a lo Extreme al principio –no me lo toméis al pie de la letra, es un atisbo- aunque deriva en riff a lo AC/DC rapidamente, es sin duda uno de esos temas para tocar a dos guitarras moviéndose al unísono -a lo Accept o Judas Priest- y que que también tiene un bonito solo y un final de fin de fiesta perfecto, de esos que uno imagina para terminar conciertos con la banda desapareciendo del escenario. Holding my own pone el final al cedé con una baladita totalmente prescindible que en mi opinión hubiese encajado mucho mejor en el centro del track list.
Y eso es todo por hoy. A modo ilustrativo os acompaño los clips de Black shuck, Get your hands off my woman, Growing on me, I believe in a thing called love, Friday night y Love on the rocks with no ice.
¡Feliz fin de semana!
© King Piltrafilla
Entrada publicada el pasado viernes en zeppelinrockon.com
Entrada publicada el pasado viernes en zeppelinrockon.com
martes, 25 de febrero de 2014
Christine Wu
Y llego al martes con Christine Wu, una jovencísima artista –hace dos semanas cumplió 26 años- formada en Pasadena que en la actualidad reside en Los Angeles.
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