Visitada Edimburgo y cumplido el objetivo de pasear por Iona, decidimos ampliar la estancia un par de días más en Glasgow. Lo cierto es que, después de disfrutar del encanto de la capital, esta enorme ciudad a orillas del río Clyde tiene –en mi opinión– más bien poco que ofrecer. Un buen número de edificios pendientes de restaurar, fachadas sucias, mendicidad y calles desangeladas excepto en el centro y alrededores de la comercial Buchanan Street, la dejan muy por debajo de Edimburgo a la hora de apreciar su valía. En esta entrada os dejo una selección de instantáneas, entre las que destacan las dedicadas al centro, entre Buchanan Street, Queen Street y Argyle Street, el ayuntamiento o City Chambers y la catedral. De ahí pasamos a la necropolis, pero de eso ya os hablaré mañana.
jueves, 31 de agosto de 2017
miércoles, 30 de agosto de 2017
Summer of 2017: Scotland (Part VI)
Y llegó el día D, el que justificaba nuestro viaje estival a Escocia, el que provocó que cogiésemos el ferry de Oban a Craignure, en la isla de Mull, para atravesar sus impresionantes parajes llenos de lagos, fiordos, cascadas y verdes laderas sobre las que sobrevuelan las águilas. Todo para llegar a Fionnphort, desde donde sale el ferry a –por si aún no lo habéis adivinado leyendo las entradas precedentes– la isla de Iona, cuna de la cristianización de Escocia de la mano del irlandés San Columba, que llegó a la isla a mediados del siglo VI. Pese a ser el lugar en el que numerosos reyes de Escocia yacen en su descanso eterno, la reforma protestante demolió todo rastro de la antigua abadía y el monasterio de monjas. Sin embargo, desde el siglo XIX se ha llevado a cabo una labor de restauración que ha devuelto el esplendor a la isla.
Pero su historia, su fauna o sus paisajes son secundarios para nosotros. Lo principal de la isla es que sirvió para que diésemos nombre a nuestra preciosa hija que este verano, al fin, ha cumplido el sueño de visitarla. En resumen, una jornada emocionante en la que nos sonrió el tiempo –se había anuncido un lluvia que, por suerte, no hizo acto de presencia– e incluso uno de los bolardos de amarre. Para poner la guinda, me comí un bistec de angus de Aberdeen con salsa de ajo, patatas y verduritas que acompañé con una pinta de Caledonia Best.
martes, 29 de agosto de 2017
Summer of 2017: Scotland (Part V)
Nuestra siguiente parada fue Oban, preciosa localidad costera del fiordo de Lorn frente a la isla de Kerrera. Se trata de la puerta marítima a las Hébridas Interiores, verdadero objetivo de nuestro viaje tal y como os expliqué en mi primera entrada. Poco os contaré de esta población –si os interesa, ya sabéis donde buscar– cuyo interés radica en sus vistas, su MacCraig’s Tower –un monumento inacabado que corona la ciudad– y su pescado fresco, siendo uno de los mejores sitios en los que comer fish & chips, en particular en el restaurante Oban fish & chips shop de George Street.
Sobre este punto en particular, en las guías os recomendarán hartaros de marisco en Ee’usk. La calidad del lugar está fuera de discusión, pero –atención– la langosta está a partir de las 23 libras, las ostras frescas a 1.95 libras la unidad y la ración de mejillones al ajo y vino blanco a 8 libras. Pues bien, yo os recomiendo que –si os da igual comer igual de bien aunque con menos lujos– vayáis a un chiringuito en el muelle, junto a la terminal del ferry de la Caledonian MacBrayne, donde podréis comer sin intermediarios y cocinada ante vosotros una generosa ración de mejillones por 3.95 libras, ostras frescas a 0.95 libras la unidad o media langosta con salsa de mantequilla y unas tostadas por 9.50 libras, entre otras exquisiteces igual de frescas y asequibles. No lo dudéis y, si vais a Oban, recordad esto.
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