Y acabo el mes con las pinturas frikis del alemán Heiko Müller, un artista de Hamburgo que en su personalísima obra mezcla iconos religiosos, la estética del comic y la pintura renacentista. Sus trabajos ya han viajado hasta países como Rusia, Estados Unidos, Estonia o Francia.
martes, 31 de mayo de 2011
Henrik Adamsen
Mi primera recomendación del martes va para el trabajo glamouroso y sensual del danés Henrik Adamsen, un fotógrafo dedicado a la publicidad, los retratos y los editoriales de moda y belleza para publicaciones como Hush, Zink, Fault y Schön magazine.
lunes, 30 de mayo de 2011
Patrick Gonzales
Y este es el fotógrafo francés Patrick Gonzales, creador de un mundo fantástico y surreal fuertemente influenciado por la pintura y la literatura, autor de una gran cantidad de instantáneas en blanco y negro llenas de magia.
Patrick Leger
Os presento ahora al norteamericano Patrick Leger, un ilustrador freelance de Carolina del Norte que se inspira en la estética retro de los comics de los 50 y los 60 para crear sus obras.
domingo, 29 de mayo de 2011
Sean McCabe
Acabo con el colorido de las obras de Sean McCabe, diseñador gráfico, ilustrador y fotógrafo freelance establecido en Brooklyn que trabaja para la industria del entretenimiento realizando carteles y carátulas de álbumes musicales así como editoriales y portadas para diversos magazines.
Hansel and Gretel
Y despido mis entradas de cine con Hansel and Gretel, película coreana de 2007 dirigida por Yim Pil-sung en la que se cuenta la historia de Lee Eun-soo, un joven que conduce discutiendo por teléfono con su esposa embarazada y tiene un accidente de coche. Cuando despierta, Eun-soo se encuentra con Kim Young-hee, una niña misteriosa que le lleva a su hogar, una casa en medio del bosque. La casa es como la de un cuento de hadas, llena de juguetes, infinidad de peluches, un tren eléctrico, muñecos de cuerda y está decorada con vivos colores y adornos brillantes, algo así como si de la habitación de juegos gigante del hijo de Papa Noel se tratase. Allí, un aturdido Eun-soo conoce a la familia de Kim, sus padres y dos hermanos más, una pequeña y otro mayor. El trato que le dispensan es cordial y acogedor –a la mañana siguiente, por ejemplo, le ofrecen un desayuno de gominolas y magdalenas y pastelitos de muchos colores con nata y crema-, pero tan extraño e irreal que el joven comienza a sentirse incómodo. Así que se despide de sus anfitriones y parte hacia la carretera a través del bosque. Sin embargo no logrará abandonar la espesura por lo que, tras un día entero caminando, deberá regresar a la casa para pedir refugio a la extraña familia que allí habita. Entonces les pide que le acompañen al pueblo más cercano, pero todo lo que consigue son excusas nerviosas -aunque ocurrentes- hasta que al fin obtiene la promesa por parte de los tres hermanos de que le acompañarán a la mañana siguiente. Pero eso no ocurrirá, porque... bueno piltrafillas, mejor que lo veáis vosotros mismos.
Esta Hansel and Gretel –que por fin he conseguido después de un par de años de conocer de su existencia y desearla ver sin poder acceder a una versión subtitulada y con buena calidad de imagen- es una emocionante e intensa preciosidad de cinta que se desarrolla en una aterradora atmósfera oscura –y sobre la que flota la tristeza conforme se nos van dando las claves de lo que ocurre- basada libremente en el texto de los Hermanos Grimm. Tiene una música acertada, unas interpretaciones convincentes, una fotografía muy bonita y un guión sobrecogedor rodado fantásticamente que consigue mantener en tensión al espectador, ávido de conocer más sobre lo que está pasando y de saber cómo terminará todo. En resumen amiguitos, otro ejemplo de buen cine coreano del que soy un acérrimo seguidor y que –por supuesto- os recomiendo.
Torso (1973)
La segunda cinta de hoy es la italiana Violencia carnal, también conocida como Torso y un poco menos por su título original de I corpi presentano trace di violenza carnale. Lo que este giallo de 1973 nos cuenta es la historia de un grupo de estudiantes de arte de Perugia que se ven envueltas en una orgía de sangre. Tenemos a Jane, una estudiante norteamericana interesada en el profesor que les habla de Il Perugino, su amiga Daniela y Steffano, el macarrilla violento que la pretende sin éxito, más dos amigos de este –unos jóvenes garrulillos con exceso de testosterona- que junto a Carol –otra compañera- frecuentan una especie de comuna hippie en la que los jóvenes bailan, fuman marihuana y practican sexo. También aparece un misterioso doctor, un vendedor ambulante y el tío de Daniela, con el que vive esta. Cuando Flo –otra de las amigas- es asesinada junto a su novio por un psicópata con pasamontañas que antes de apuñalarla la estrangula con una bufanda roja y pocos días después hace lo mismo con la tal Carol, Daniela invita a Jane y a dos amigas más a su mansión de las montañas a pasar el fin de semana, aterrada por quedarse sóla ya que su tío debe ausentarse. Pero como es natural, la reunión de jóvenes estudiantes amedrentadas en una casa solitaria no hace más que atraer las ansias de sangre del asesino.
Piltrafillas, estamos ante un giallo típico en el que se mezcla sexo y muerte, escenas que bien podrían pertenecer a cualquier filme clasificado S de la época e imágenes perturbadoras –efectos de maquillaje patéticos, eso sí- de sangre, ojos hundidos y carne lacerada. Esta obra de Sergio Martino comienza con unos títulos de crédito a ritmo de música de saxofón en una escena que parece transcurrir en una sesión de fotos en la que dos mujeres y un hombre disfrutan de los placeres del sexo. En realidad no se ve nada –excepto un par de pechos al principio-, ya que el realizador alterna los primeros planos del objetivo de una cámara fotográfica con los cuerpos desdibujados de los amantes. Sin embargo, esa manera de iniciar la película ya nos da una idea del tono sensual que nos va a acompañar durante todo el metraje. Un detalle muy bueno -que en un primer momento aparece como simple alegoría sexual pero que conforme avanza la cinta sabemos que tiene mucha relación con el argumento-, es mostrarnos como los dedos del hombre penetran las cuencas vacías de la cabeza de una muñeca ciega y decapitada que oculta el pubis de una de las mujeres. En fin amiguitos, una hora y media de intriga sangrienta –no demasiado, la verdad- típicamente italiana en la que asesino, víctimas, personajes con algo que ocultar, palurdos pueblerinos estereotipados y policías casi inexistentes van representando su papel en un juego de pistas engañosas salpicado de tetas y sangre –reitero lo de que los efectos visuales y de maquillaje son de aficionados- que desemboca en un final -previsible desde los primeros cinco minutos de película- en el que se nos cuenta la razón de los actos del asesino. Aún así, Violencia carnal es una obra que conviene situar en su tiempo y que sin ser notable cumple como divertimento palomitero sin demasiadas pretensiones que resulta simpático por lo supuestamente primerizo que aparenta ser. Sin embargo, Martino ya había rodado dos años antes su Lo strano vizio della signora Wardh –de la que también os he hablado en este blog- y que en mi opinión era muy superior a esta que hoy os presento.
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