Piltrafillas míos, esto es lo que hay. Del 24 al 27 de Diciembre estuve encerrado en una casa rural con la familia de mi mujer celebrando las Navidades y lo que sigue es la narración de lo que estas fiestas dieron de sí en el aspecto gastronómico. Si sois impresionables no sigáis leyendo.
El jueves cené pan con tomate, queso, jamón ibérico, chorizo, canapés variados y gambas a la plancha, viandas regadas con vino de Rioja y cava brut nature. De postre turrones, bombones y café.
El viernes desayuné pan con mantequilla y mermelada y un café con leche. Para comer tuve navajas, berberechos, mejillones, gambas saladas, atún en escabeche, olivas, sopa de galets, pilota –albóndiga de Navidad típica que lleva carne de cerdo, ternera, huevo, ajo, perejil y pan rallado que se hierve con el caldo-, botifarra negra y blanca, papada, tocino, pollo, carne, garbanzos y patata todo ello remojado con cava y vinos de Rioja y el Penedés. De postre, mandarinas, turrones, café y chupitos de ron añejo venezolano. A media tarde la emprendí con una bolsa de kikos gigantes y me tomé un par de cubatas. A la hora de la cena me comí carne estofada con su salsita -untando pan- y un poco de ensalada de lechuga, tomate y cebolla para hacer bien la digestión. De postre plátano, turrones y café.
El sábado desayuné unos churros y luego un poco de pan con tomate y jamon york –me había quedado con hambre- y un café con leche. Para comer tuve nuevamente navajas, berberechos y mejillones –esta vez no hubo atún- y como plato único me ventilé siete canelones, con su bechamel y su queso gratinado, evidentemente con pan. Para beber vino de Castilla y la Rioja... y más cava. De postre mandarinas, turrones, mazapanes y bombones antes y durante el café y –como no- los chupitos de ron habituales. Por la tarde más kikos, pipas, pistachos y cacahuetes con cubatas de ginebra. A la hora de la cena –sí amiguitos, increíblemente aún me quedaba espacio- me comí un buen plato de lomo y salchichas con samfaina –una especie de pisto catalán-, del que repetí. De postre, lo acostumbrado.
Por último, el domingo desayuné pan con tomate, jamón y chorizo y me bebí una cerveza. A la hora de comer, los cuñados hicimos un arroz de pollo a las brasas que nos quedó de miedo. Además me comí un poco de carne estofada que aún sobraba del viernes y un huevo frito. Ah, y unas tostaditas con foie auténtico y unos dátiles con panceta. Para beber, cava brut. No comí turrones de postre, pero sí un plátano y los acostumbrados chupitos de ron.
Durante los cuatro días me serví –además- unas cuantas latas de cerveza y diversos vasos de vermout casero con hielo en el momento del día en el que lo creí conveniente.
Pero eso no es todo piltrafillas hoy me pienso ir a comer a un fast-food con mi mujer y mi hija, la noche de fin de año me ha invitado a cenar mi suegra y el día 1 es el santo de mi padre por lo que en casa me esperan más canelones con bechamel. Así que entenderéis que hasta el domingo día 10 no os muestre mi peso. Concededme una tregua amiguitos.
3 comentarios:
A vivir que son días y uno está nublao!! ole y ole!
Uummm y brut nature! las únicas burbujas que me gustan!
Siga usté así, si le entra (la comida) es porque su organismo lo necesita!! Peor sería pasar hambre!
Ja ja, mi organismo dice usté, ¡mi organismo llegó el domingo por la tarde casi al colapso! Ya digo yo que las Navidades no van bien para la salud.
Eso es vivir!!! Y lo demás son cuentos!!! Además... no es usted el Rey??? Pues después del mensaje navideño quedaría fatigado y había que reponer fuerzas! Feliz Año Nuevo!
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