Ayer noche vi Arrástrame al infierno, una película de terror con tintes de comedia negra dirigida por Sam Raimi. La historia que narra es la de Christine, una empleada de banca de buen corazón que para prosperar en la entidad debe comportarse fríamente con una anciana que le solicita un aplazamiento en el pago de su deuda. Christine –a su pesar- se lo niega, y la mujer –un ser de lo más asqueroso amiguitos-, despechada, le echa una maldición gitana que convierte su existencia en una pesadilla hasta el punto que la pobre chica tendrá que buscar ayuda en un vidente. Y ya está amiguitos, poco más se puede decir de esta cinta de argumento básico y poco complicado de la que intuyo que como única pretensión tenía el llenar las salas de jóvenes de susto fácil y neurona escasa para llevarse su dinero, algo perfectamente respetable, no me malinterpretéis.
La cinta tiene un inicio impactante y –como ya he dicho antes- está cargada de humor negro, con profusión de escenas en las que el desarrollo hilarante –la pelea en el aparcamiento o la visita al velatorio son un ejemplo de ello- se mezclan con imágenes bastante asquerosas. Mención aparte merece el apartado de sobresaltos, una sucesión de apariciones por sorpresa y efectos de sonido que no por estereotipados dejan de ser efectivos. Arrástrame al infierno se trata sin duda de una cinta de serie B, aunque con los medios de una superproducción. Y es que su realizador es Sam Raimi piltrafillas, una leyenda de la serie B pero también el artífice de la -provechosa económicamente- resurrección hollywoodiana de Spiderman. Por otra parte, el trabajo de Alison Lohman como empleada de banco con alma de campesina sencilla y una existencia que se torna infernal es más que aceptable, lo mejor de la película. Lo malo es que si uno ha estado atento al principio de la cinta, un cuarto de hora antes de que esta finalice ya podrá adivinar el final. Total, que sin ser una obra maestra del género, es un divertimento palomitero muy recomendable desde mi punto de vista. A mi me gustó.
La cinta tiene un inicio impactante y –como ya he dicho antes- está cargada de humor negro, con profusión de escenas en las que el desarrollo hilarante –la pelea en el aparcamiento o la visita al velatorio son un ejemplo de ello- se mezclan con imágenes bastante asquerosas. Mención aparte merece el apartado de sobresaltos, una sucesión de apariciones por sorpresa y efectos de sonido que no por estereotipados dejan de ser efectivos. Arrástrame al infierno se trata sin duda de una cinta de serie B, aunque con los medios de una superproducción. Y es que su realizador es Sam Raimi piltrafillas, una leyenda de la serie B pero también el artífice de la -provechosa económicamente- resurrección hollywoodiana de Spiderman. Por otra parte, el trabajo de Alison Lohman como empleada de banco con alma de campesina sencilla y una existencia que se torna infernal es más que aceptable, lo mejor de la película. Lo malo es que si uno ha estado atento al principio de la cinta, un cuarto de hora antes de que esta finalice ya podrá adivinar el final. Total, que sin ser una obra maestra del género, es un divertimento palomitero muy recomendable desde mi punto de vista. A mi me gustó.
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