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Que el sexo vende está claro. Veréis, resulta que en Japón –entre los siglos XVI y XIX- una serie de artistas gráficos se dedicaron a realizar unas estampas llamadas ukiyo-e. Las mencionadas estampas representaban la cotidianeidad nipona y, pese a su tamaño, supusieron un género estilístico capital en el arte de ese país. Debéis saber que cuando estas obras del arte tradicional nipón llegaron a Europa, los impresionistas quedaron prendados de ellas. Pues bien, resulta que los autores de las ukiyo-e, para poder ganarse un dinero extra, optaban por realizar otro tipo de estampas más mundanas o populistas -digámoslo así- que en lugar de reflejar paisajes o escenas costumbristas tenían como tema el sexo, tanto hetero como homosexual.
Y sí amiguitos, estas obras llamadas Shunga -aún siendo más caras que las tradicionales- se vendían mucho mejor que las ukiyo-e. Y es que –como os he dicho- el sexo vende.
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