miércoles, 30 de agosto de 2023

Patrick Bailly-Maître-Grand


El protagonista de la entrada de hoy es el francés Patrick Bailly-Maître-Grand, un fotógrafo parisino que se formó en Física y se dedicó a pintar a lo largo de una década antes de caer enamorado por la fotografía. Sus obras, totalmente analógicas y producto de una enorme imaginación combinada con técnicas como daguerrotipos, monotipos, estrobofotografías y algunas otras inventadas por él mismo, han viajado de París a Nueva York, pasando por Melbourne, Barcelona, Madrid, Norwich o Luxemburgo.

martes, 29 de agosto de 2023

Matthew Leifheit


Y este martes le toca a Matthew Leifheit, un fotógrafo norteamericano formado entre la Rhode Island School of Design y la Yale School of Art. Leifheit es el editor de MATTE Magazine, fue director de fotografía de VICE Magazine y sus retratos han aparecido en las páginas de The New York Times, The New Yorker, Aperture o TIME. En la actualidad también se dedica a la docencia en el Pratt Institute y la Yale School of Art.

lunes, 28 de agosto de 2023

Sinan Akdogan aka Nylondrama


Nos visita ahora Nylondrama, pseudónimo del fotógrafo turco Sinan Akdogan en su faceta como artista del retrato de cuerpos semidesnudos. Nacido en Francia, en la actualidad reside en Estambul.

domingo, 27 de agosto de 2023

Martin Veverka


Con infinito dolor, pongo fin a mis vacaciones estivales de este año con el checo Martin Veverka, un fotógrafo amateur afincado en las afueras de Brno que se dedica al retrato y los desnudos artísticos. En fin, feliz semana.

Costillar de cerdo a baja temperatura


Finalmente, hoy –bueno, lo comencé ayer a las 12 de la noche– he preparado un plato que hacía tiempo que quería probar. Costillar de cerdo a baja temperatura. Era todo un experimento porque, a pesar de que la elaboración es de lo más sencillo, no las tenía todas conmigo al no saber cómo quedaría finalmente y si el resultado estaría a la altura de las expectativas. Y debo deciros que sólo me arrepiento de no haberlo intentado antes. Así pues, como hace mucho que no dedico una entrada a la cocina, hoy os daré la receta del plato tal como lo hice yo para dos personas. Atentos. 
 
Lo primero es comprar una pieza de costillar de cerdo de un kilo, cortada en dos trozos. Lavaremos la carne y la dejaremos secar antes de embadurnarla en aceite, ajo picado, romero y tomillo. Luego envolveremos los trozos en papel de aluminio con cuidado de que no se agujeree y los guardamos un par de horas en la nevera. 
 

Poner los dos paquetes en un fuente en el horno a 80ºC durante un mínimo de 12 horas (yo los he tenido 13). Pasado ese tiempo, sacar la fuente y dejar que se enfríe. Hecho esto, sacaremos con cuidado los jugos y los reservaremos en una fuente a la que añadiremos sal que llevaremos a su disolución. Entonces podemos preparar la guarnición del plato, que en mi caso ha sido unas patatas a lo pobre. Media hora antes de comer, precalentaremos el horno a 200ºC y pondremos la fuente durante cinco minutos con los trozos de costillar con su parte inferior para arriba, bañándolos con la mitad de los jugos. Luego daremos la vuelta a la carne y la tendremos cinco minutos más por el otro lado, bañada por el resto de los jugos. 
 
Por último le daremos la vuelta otra vez y la pincelaremos con una mezcla de ketchup y miel –yo he añadido unas gotas de salsa Valentina para aportar un ligero toque de picante– antes de hornear cinco minutos más y repetir la acción por el otro lado. Entonces apagaremos el horno pero dejaremos la carne en su interior diez minutos antes de emplatar. 
 
Sencillo y sabroso. Una delicia de plato, vamos.

Zaat (1971)


Después de un tiempo dedicado al descanso, dedico otra entrada a una nueva reseña cinematográfica, esta vez a una infumable peliculilla de serie B titulada Zaat (aunque también fue comercializada con otros títulos). Los de mi quinta recordaréis –supongo que con cariño– al comandante Jacques Cousteau, un amante de la vida marina. Pues bien, aquí también encontraréis a un tipo que ama a los seres acuáticos, aunque este es un tarado con el que hay que tener cuidadín. Coescrita, codirigida y producida por Don Barton –un productor y guionista de Jacksonville–, este despropósito de película nos explica que el científico marino Kurt Leopold, harto de las burlas de sus colegas, se inyecta el compuesto ZaAt –de ahí el título de esta ignominia– y convertido en un monstruo mutante, se dedica a asesinar a quienes osaron reírse de él. Al final, se necesitará la ayuda de una organización de científicos denominada INPIT para detenerlo. 
 

Protagonizada por Marshall Grauer, Wade Popwell, Paul Galloway, Gerald Cruse, Sanna Ringhaver o Dave Dickerson, al final pasa lo de siempre en estos casos. Zaat es tan mala, que resulta simpática. Desde su inicio con ese prólogo con voz en off demasiado largo, a las interpretaciones, pasando por los escenarios, el diseño de producción o al horroroso –por lo cutre– diseño del criatura acuática... todo es de ínfimo nivel. Además, comienza hablando de los seres del mar, pero se centra en actuar en un río al transformarse en una especie de pez gato al que por otra parte no se parece en nada. Por otra parte, como era de esperar, además de la ictiofilia y la venganza, al Dr. Leopold también le mueve la lujuria y se dedica a buscar una rubia joven para convertirla en su compañera. Lo dicho, una estupidez sin pies ni cabeza que –sin embargo, bien regada con un par de gintonics– es un buen divertimento, siempre que os guste disfrutar de enormes sacos de guano cinematográficos, aunque sólo sea para echar unas risas a su costa.