Iba ayer en Metro cuando junto a mi se sentó una chica que leía un panfleto fotocopiado y un poco arrugado, de esos que se reparten en la calle. El texto –que estaba en inglés- iba encabezado por un título llamativo: Killing for fun. No es que sea de esos que leen el periódico de los demás en el transporte público, pero estaréis conmigo en que ante una frase de ese calibre lo normal era intentar averigüar algo más sobre el tema. Y resulta amiguitos que el panfleto era una crítica a la tauromaquia que defendía que el toreo no es un arte, sino una ciencia, la ciencia de la muerte. No seguí leyendo –pues no necesito hacer caso de los artículos de los grupos antitaurinos para saber que en eso que los entendidos pedantes llaman el Arte de Cúchares se tortura al animal- pero se me ocurrió una reflexión. ¿Por qué no se prohibe el espectáculo taurino cuando está demostrado que un toro sufre lo indecible en la plaza? Dicen algunos que este animal tiene una vida mejor que otros -ya que tiene una existencia apacible y mimada desde que nace hasta el momento de su muerte- y que, además, el único fin de esta especie es morir en una plaza de toros por lo que –de prohibirse lo que muchos llaman Fiesta- desaparecería como lo hicieron los dinosaurios. Quizás sea verdad piltrafillas, pero me temo que esa no es la verdadera razón por la que pervive esa tradición. Lo que yo creo es que, mientras que es fácil prohibir las peleas de gallos o de perros o tradiciones como la de lanzar cabras desde el campanario de algunas poblaciones –no me lo invento, aún hay pueblos que lo hacen pese a no estar permitido- la supresión del espectáculo del toreo dejaría sin trabajo y sin beneficios a muchísima gente como apoderados taurinos, toreros, mayorales, picadores, ganaderos... empresarios que viven a remolque de un negocio que mueve muchos millones de euros. Es lo mismo por lo que nadie se escandaliza por que se condene la venta de heroína o cocaína, pero que –apelando igualmente a la cultura histórica- no se haga nada por acabar por el consumo de alcohol, que también es una droga que mata o destroza la existencia de muchas personas pero que mueve una industria que genera muchos ingresos. Una vez más amiguitos hablamos de dinero. Una vez más hablamos de hipocresía.
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