Bueno, la verdad es que hoy en día no me lo compraría por nada del mundo pero no deja de ser un buen ejemplo de esos estúpidos objetos kitsch que todos nosotros hemos adquirido alguna vez y que pasados los años guardamos en el fondo de un cajón por pura nostalgia en lugar de tirarlos a la basura, que es lo que el sentido común y el buen gusto están pidiéndonos a gritos.
sábado, 20 de septiembre de 2008
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