La otra tarde caminaba al atardecer maldiciendo la poca luz que había y lo difícil que se me iba a hacer el captar buenas instantáneas. El sol se acababa de ocultar y la empinada calle por la que ascendía se encontraba en penumbra. Entonces oí los motores, miré al cielo y vi ese enorme pájaro de metal. Saqué la cámara sin tiempo para nada, le di al zoom y apunté hacia arriba un poco por delante en la trayectoria del aparato. En un segundo apareció en el visor y disparé. ¡Cazado!
El resultado es esta ridícula y poco original foto movida que luego maquillé jugando con filtros digitales y colorines. Lo sé, no tiene apenas valor, pero en el fondo me gusta como ha quedado.