Hoy le doy al play dispuesto a ver Visitor Q. Que lo primero que se vea en una película sea un texto preguntando “¿Has follado alguna vez con tu papá?” ya indica que no se trata de una cinta mainstream para visionar con la familia comiendo palomitas azucaradas. De hecho, tratándose de una obra de Takashi Miike tampoco es que me lo esperase. Así, después de asistir a la relación sexual entre un tipo y su hija –quien acaba recriminándole que se haya corrido demasiado pronto- y leer otro texto que da inicio a una nueva escena, en esta ocasión preguntando “¿Te han pegado en la cabeza alguna vez?” abandono toda esperanza de disfrutar de una película al uso y me dispongo a ver que oscura y perturbadora historia ha alumbrado la mente de Miike para que su público –entre los que se podría decir que me encuentro, aunque no sea del todo un fan 100%- se distraiga.
Visitor Q me permite conocer a un frustrado padre de familia asesino, necrófilo e incestuoso, una madre maltratada y drogadicta, un hijo al que humillan en la escuela –lo que provoca que deje aflorar su rabia pegando a su madre unas palizas de libro- y una hija que, quizás buscando el amor que no recibe de su entorno familiar, ejerce la prostitución. Decir que la familia protagonista es disfuncional sería quedarse corto y, aunque el guión parece llevado a la exageración a propósito, lo cierto es que se trata de un retrato crítico de cierta sociedad camino de la desestructuración y la pérdida de valores que en Japón –y en nuestro país a tenor de ciertas noticias que ya podemos ver en los periódicos- es más común de lo que podemos pensar. Habrá a quien este argumento le parecerá deleznable. A mi –y supongo que a los frikis como yo- me parece que rezuma humor negro.
Ah, se me olvidaba, con la familia vive un tipo extraño –el visitante al que hace referencia el título-, alguien ajeno a ellos que no se sabe de dónde ha salido pero que hace que sus vidas cambien. Bizarra, extraña, excesiva, escatológica... para frikis.
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