Soy de los que piensa que el personaje de Batman tiene algo que lo hace sumamente atractivo y le permite destacar por encima de cualquier otro superhéroe. Quizás sea la oscuridad que atesora –tan humana ella– o el mostrarnos que cualquier objetivo llevado al extremo o la obsesión –por encomiable o justo que parezca– le convierte a uno en un ser tan alienado como el más zumbado de los supervillanos de las historias en las que el protagonista de esta reseña se ve inmerso. Esa es la razón por la que he visto todas y cada una de las películas dedicadas al hombre murciélago con sus diferentes intérpretes, desde Michael Keaton a Ben Affleck, pasando por George Clooney, Val Kilmer o Christian Bale. Me daba igual ver una y otra vez el mismo personaje y la misma historia contada de maneras diferentes, en cada una he encontrado aspectos atractivos aunque me he identificado mucho más con el Batman de Affleck, ya entrado en años, cansado y con tendencia a echar lorzas. Y precisamente esta nueva entrega a la que hoy dedico mi entrada nació también con Affleck como protagonista, director y coguionista de la película. Sin embargo, el proyecto inicial fue desdibujándose y acabó convirtiéndose en este reboot con Matt Reeves al frente y Robert Pattinson como Bruce Wayne, elección que me hacía tener tantos reparos que mi primera reacción fue decidir que nunca vería esta película.
Pattinson era el tirillas pálido de Crepúsculo y, aunque en El faro –comentada aquí– me gustó mucho, no le veía para nada metido en el traje de murciélago vengador. Pero lo cierto es que, conforme se iban filtrando imágenes del rodaje y nos llegaban avances de la película, cada vez me atraía más la idea de ver ese nuevo Batman con esa fisonomía tan anti-héroe. Así que, heme aquí, dando la tabarra con esta reseña. Protagonizada por el mencionado Pattinson junto a Zöe Kravitz, Jeffrey Wright, Paul Dano, John Turturro o Colin Farrell, el argumento de esta The Batman se centra en la persecución por parte de las autoridades de un criminal apodado Enigma con la ayuda del justiciero Batman, quien a lo largo de la investigación irá descubriendo incómodos secretos de la relación de su familia con el entramado de corrupción que se extiende por casi todos los rincones de la política de Gotham. La película es oscura, tenebrosa, tanto en su enfoque como en su fotografía y –como ya se ha comentado en varias reseñas– recuerda mucho más a Seven que a Batman vs. Supermán, pongamos por caso. Antes de nada, os diré que me ha gustado, que sus casi tres horas pasan en un suspiro y que está indicada tanto para amantes del cine de superhéroes o conocedores del universo DC como para aquellos a los que les gusta el cine negro o de criminales locos.
Más puntos a favor son los gadgets del traje de Batman –que existen pero a los que no se les da una especial importancia, integrándolos en las peleas del héroe sin más– y el batmóvil, que también aparece en la película como era de esperar pero que no es un tanque futurista inverosímil sino algo más cercano a un muscle car tuneado a lo bestia en el garaje de casa. Y contra mis iniciales reticencias, debo aceptar que la elección de Pattinson para hacer de Batman resulta más que acertada para interpretar a un tipo atormentado al que no se ve sonreír ni una sola vez. Por su parte, Kravitz resulta más que una cara bonita –aunque tampoco es que su personaje exija demasiado–, John Turturro está estupendo y Paul Dano también destaca aunque bordea el histrionismo. Y si Jared Leto estaba irreconocible en House of Gucci, lo de Farrell como Pingüino ya es estratosférico aunque no creo que ayude para nada en valorar su trabajo como intérprete. En resumen, una más que recomendable película neo noir, violenta, entretenida y de gran calidad que gustará a los amantes del género aunque no hayan leído un cómic en su vida. Si debo poner un pero sería la escena final en el hospital Arkham, que deja la puerta abierta a una secuela que no sé si sería acertada ya que, en mi opinión, la genialidad de The Batman es ser algo único, una rareza en un universo saturado de versiones. Pero ya se sabe, money talks.
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