sábado, 27 de junio de 2020

El faro (2019)


Voy a empezar mi reseña de hoy por el final, es decir, recomendando la visión de esta alucinante película. No os la podéis perder. Ahora bien, tampoco resulta cómoda de disfrutar ya que los valores de la misma son precisamente los obstáculos que echarán para atrás al espectador mainstream. Dirigida por Robert Eggers con guión de él mismo junto a su hermano Max –al parecer inspirado por un relato inacabado de Edgar Allan Poe–, El faro está rodada en blanco y negro con una estupenda fotografía de Jarin Blaschke, que repite con Eggers después de la no menos fabulosa The Witch (vista aquí), siendo sus protagonistas Robert Pattinson y Willem Dafoe. La película pivota entre lo real y lo surreal, es oscura, rezuma una tensión constante, retrata el enfrentamiento entre dos únicos personajes –casi siempre en interiores– y además está rodada en formato 19:16, conocido como relación Movietone, que da como resultado una imagen casi cuadrada que se utilizó a principios de los años 30 con la transición de cine mudo a sonoro, algo que todavía acentúa más la sensación de claustrofobia que impregna todo el metraje. Lo dicho, piltrafillas, una joyita interpretativa y visual que sin embargo no resultará atractiva a todo el mundo. 


La historia que cuenta, al menos en la primera capa de la cebolla argumental, es la de un guardafaros veterano y su segundo que son trasladados a una isla con faro para que pasen cuatro semanas a su cargo. El farero es un tirano desagradable que no empatiza con su ayudante, bebe, parece no estar demasiado bien de la cabeza y se tira pedos todo el rato. Su segundo es un joven que parece estar huyendo de algo, resignado, voluntarioso y sometido a las faltas de respeto de su jefe. Sin embargo, poco a poco, la relación entre ambos parece mejorar día a día hasta el momento en que deben ser relevados, cuatro semanas después de su confinamiento en la isla, cuando esperan a la gabarra que los devolverá a su hogar. Pero entonces ocurre algo que lo trastoca todo. 


En fin, que como ya os he dicho desde el principio, tenéis que ver El faro, una extraña –que lo es– película en la que la lluvia, el viento, la niebla y las gaviotas son lo único que rodea a unos seres a los que la razón se les escapa de una manera galopante. Puro terror psicológico con unas magníficas interpretaciones, un fantástico diseño de producción y esa fabulosa fotografía que ya os he comentado que son el envoltorio de una historia de monstruos poco habitual.

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