En esta entrada os muestro imágenes del Tempio della Vittoria, un pequeño templete dedicado a los caídos milaneses, la basílica de Sant’Ambrogio y la Darsena di Porta Ticinese, un estanque artificial donde confluyen el Naviglio Grande y el Naviglio Pavese, dos canales navegables por los que antiguamente llegaban mercancías a Milán. Ahora sus orillas son una concurrida zona de ocio con mercadillos e innumerables bares de copas y restaurantes por donde dimos un paseo y aprovechamos para tomarnos un Aperol antes de regresar al centro de la ciudad para cenar, pasando de nuevo ante San Lorenzo Maggiore y –otra vez y no sería la última– el Duomo. Y es que si dicen que todos los caminos llevan a Roma, en Milán todos los paseos conducen al Duomo. Por último, cierro la breve serie de hoy con una foto del lujoso Hyatt Centric y sus coloridos ventanales.
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