Piltrafillas, nunca he estado en el Parque Warner ni en Port Aventura y –en casi medio siglo de vida en Barcelona- apenas habré estado cinco o seis veces en el parque de atracciones del Tibidabo. Así es, odio esos sitios llenos de gente haciendo horas de cola para –en el mejor de los casos- pasar varios minutos de excitación adrenalínica. Sin embargo, cuando mi hija cumplió cinco añitos, la llevé a Disneyworld Paris. Y sí, tal como imaginaba, lo pasé fatal dedicando más tiempo a caminar por el enorme recinto y esperar turno en eternas colas que a disfrutar de las atracciones. Pero la carita de felicidad de mi niña durante los tres días que pasé allí –quizás porque no había perdido aun la inocencia, eso de lo que uno se cura con los años- valieron la pena con creces. Aun así, mi rechazo por ese tipo de opciones lúdicas no ha decrecido. Por eso, cuando tuve conocimiento de esta película, no me lo pensé dos veces. Me refiero a Escape from tomorrow, cinta independiente en blanco y negro escrita y dirigida por un tal Randy Moore y protagonizada por Roy Abramsohn que nos cuenta la historia de Jim, un padre de familia de clase media al que comunican su despido por teléfono el último día de sus vacaciones en Disneyland. A partir de ese instante, comenzará a perder la razón y sufrir alucinaciones -¿lo son realmente?- a la vez que se obsesionará con un par de adolescentes francesas con las que se cruza contínuamente en las colas de diversas atracciones.
domingo, 22 de junio de 2014
Escape from tomorrow
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