Y acabo con El topo –no confundir con la cinta homónima de Alejandro Jodorowsky, que también pasó por este espacio-, adaptación de la novela de John Le Carré Calderero, Sastre, Soldado, Espía protagonizada por el agente George Smiley. Piltrafillas, recuerdo haber visto de pequeño la serie de la BBC en la que Alec Guiness daba vida al espía Smiley –o quizás fue la adaptación de La gente de Smiley, otra de las novelas de Le Carré- y la verdad es que desde siempre en mi imaginación han caminado juntos personaje y actor. Sin embargo, cuando me enteré de que un clásico de la novela de espías que tanto me ha gustado siempre –de hecho, de joven yo era ávido lector de las obras de Le Carré, Forsyth y Graham Greene- regresaba de nuevo a las pantallas con intérpretes de la talla de Gary Oldman, John Hurt o Colin Firth –aunque los dos últimos aparezcan más bien poco-, decidí que no podía perderme esta actualización de la original, sobre todo porque las críticas que precedían a mi visionado no podían ser más positivas. La historia que nos cuenta la película transcurre en los años 70 –la novela original es de 1974-, cuando en plena guerra fría –un concepto que a los jóvenes de hoy debe resultarles entre anticuado y desconocido- el espía retirado George Smiley recibe el encargo de regresar al servicio activo de manera encubierta después del fallecimiento de Control, su antiguo jefe también jubilado, para desenmascarar al topo que desde la cúpula del servicio secreto británico trabaja para la Unión Soviética.
Amiguitos, El topo son dos horas de buen cine con un desarrollo lento, con interpretaciones contenidas, una fotografía tan fria como las relaciones interpersonales carentes de sentimientos –al menos de cara al exterior- de los agentes del servicio de espionaje acostumbrados a moverse siempre alerta, observando y analizando detalles en un mundo oscuro, falto de glamour, de indicios y engaños, suposiciones, corazonadas, trampas, secretos, mentiras, silencios, penumbra y muerte al margen de la vida real de la población civil. En resumen, que se trata de una cinta –yo recomiendo degustarla en versión original subtitulada- que hará las delicias de los amantes de la novela de espías de la vieja escuela y los conocedores de aquella época inmortalizada en las páginas de novelas o en las pantallas de cine, pero que quizás aburra a las nuevas generaciones y a los que opinen que el espionaje es algo cool que debe ser emparejado con explosiones, disparos y acción trepidante. Si sois de los primeros, tenéis que verla.
9 comentarios:
Aun no la he visionado, pero esta en cartera.
Creo que será de mi agrado, aunque en mi caso también van unidos personaje/actor y se ponga algo difícil meterse en la trama...
Pues a mí me dejó un poco frío. Se ve que soy de los de las nuevas generaciones, jaja. Creo que le puse una nota de 6'5. Bien trabada, bien realizada, sin aspavientos, pero para mi gusto aburre un pelín. En fin.
Es que en el fondo, el espionaje en tiempos de la guerra fría era así de gris y poco glamouroso, nada que ver con Misión Imposible.
Tienes toda la razón del mundo, pero este tipo de cine de tonos grisáceos y lentorro no va conmigo, pero aun así lo prefiero al glamuroso y efectista a lo Bond. Por cierto, no sé si has visto la aclamada de Coronado No habrá paz para los malvados. Le casqué otro 6 y tirando por lo alto: buena actuación pero otra que me sumió en un sopor indescriptible. En fin, te aconsejo Drive si aún no la has visto.
SAlus.
Ahora sí que veo que no es usted un habitual de mis reseñas de los domingos. ¡Claro que he visto Drive!, y me encantó.
http://kingpiltrafilla.blogspot.com/2011/12/mi-segunda-recomendacion-va-para-drive.html
La de Coronado la tengo pendiente. No me diga que es soporífera...
Esa se me ha pasado, pero voy a verla ahora mismito. Yo la que tengo pendiente es The Artist, que tiene muy buena pinta, y la de Warrior me da que me va a gustar. En fin.
D. Ángel paseme su dirección de blog, pqreceme que le va el tema cine...
Sorry, Lai, no tengo blog, pero quizá algún día de estos me ponga con ello.
Por cierto, King (y antes de irme a la piltra), no quisiera despedirme sin sorprenderle con algo, aunque ya veo que usted se las conoce todas. Gustavo Adolfo Bécquer, el escritor, tuvo un hermano llamado Valeriano, reconocido pintor en su época, que dejó estampas para la posteridad como estas que abajo le indico en un libro que tituló Los Borbones en pelota, que te puede dar para una entrada (que usted lo disfrute):
http://gatopardo.blogia.com/2008/011701-gustavo-adolfo-becquer-y-valeriano-becquer-los-borbones-en-pelota.php
De nada.
Pues no, no conocía estas obras. Quizás algún día las utilice en el blog, who knows.
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