Piltrafillas, las buenas críticas que había leído sobre la siguiente película han hecho que finalmente me haya decidido a verla. Se trata de Bellflower –de Evan Glodell, quien se reserva también el papel protagonista-, una cinta que pasó por la edición más reciente del Festival de Sitges y que nos cuenta la historia de Aiden y Woodrow, dos amigos frikis amantes de Mad Max que se dedican a construir lanzallamas, hacer explotar cosas y tunear un coche al estilo interceptor para que cuando llegue la gran explosión nuclear que debe dar al traste con buena parte de la población de la Tierra, ellos y su imaginaria banda de supervivientes Mother Medusa se conviertan en los amos del mundo post-apocalíptico. Pero un día, Woodrow conoce a Milly –una misteriosa rubia con personalidad arrolladora- y se enamora locamente de ella. Sin embargo Milly no es el tipo de chica que le convenga a Woodrow, algo que Mike y Courtney –sus compañeros de apartamento- saben pero que él no imagina. Poco a poco, el joven empezará a centrarse más en Milly que en la amistad fraternal que desde pequeño tiene con Aiden y en sus sueños en relación a Mother Medusa y eso es algo que no debería hacer porque en las cosas del amor a veces no se puede apostar todo a una carta.
Amiguitos, la película no es mala, en realidad las interpretaciones son jodidamente reales, la fotografía es cálida, pegajosa y el movimiento de la cámara ayuda a hacer más real lo que estamos viendo, pero quienes esperen acción a raudales se sentirán defraudados. La primera mitad de Bellflower –que, por cierto, es el nombre de la calle en la que vive la protagonista- es el retrato del inicio de una relación amorosa entre dos veinteañeros, tan empalagosa como os imaginais. Sin embargo, todos sabemos que no estamos ante una cinta de amor juvenil para quinceañeras y que no es normal que chicos de esa edad –por cierto, ¿de qué viven?, ¿de dónde sacan el dinero?- se tomen tan en serio lo de emular a Mad Max ¿verdad?, así que –al menos- al llegar la segunda parte de la película veremos como Woodrow se vuelve cada vez más inestable emocionalmente hasta desembocar en un final de violencia anunciada, un final que demuestra que a veces el caos está a la vuelta de la esquina y resulta menos romántico que el infantiloide apocalipsis al que jugaban a prepararse desde pequeños. En fin amiguitos, que Bellflower es una película de esas independientes que con cuatro chavos y unos actores comprometidos ha dado como resultado una interesante obra de bonita factura que quizás se convierta incluso en pieza de culto para cinéfilos. Sin embargo, yo hoy hubiese deseado algo menos triste y crudo, algo mucho más directo, con acción, explosiones y disparos... algo como Mad Max.
1 comentario:
o_O Infumabilation!
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