Vino en piedra

Piltrafillas, hace unos meses –la verdad es que lo tenía guardado en el armario de la cocina y ni me acordaba ya de ello- me hicieron un regalo curioso y muy original. Tras uno de esos favores que uno hace en su horario laboral, y cuando la persona a la que se lo había hecho me lo estaba agradeciendo, cometí la osadía –en el marco de una conversación telefónica distendida- de comentar que no debía darme las gracias por nada, que ese era mi trabajo y blah blah blah... pero que si me enviaba una botellita de vino estaría muy contento. Una semana después apareció en la oficina un paquete con una nota. En la nota aquella persona volvía a agradecer mi gestión y me anunciaba que había decidido enviarme la botella de vino. Como podéis ver en las imágenes adjuntas, más que paquete, lo que me traje a casa fue un tocho, un enorme pedrusco que contenía en su interior el vino prometido. Pues bien, hoy me estaba cocinando un buen trozo de carne a la plancha con guarnición de espárragos trigueros y me he dado cuenta de que no había vino en casa y aún no había abierto mi regalo. Así que he cogido el martillo y le he dado fuerte al pedrusco –he puesto la cocina perdida- hasta descubrir originalmente envuelto en ramitas y hojas de roble secas una botella de Cune crianza de 2007, un vino más que aceptable de aroma intenso y cuerpo medio. No me digáis que no es una bonita manera de recibir un regalo.