El norteamericano Don Jacot, en cambio, sí que provoca en mi cierta admiración, de esa que te hace desear poseer una de sus obras para disfrutarla de cerca. Evidentemente no es ni Sorolla ni Zuloaga, pero la unión de hiperrealismo y esa temática centrada en esos entrañables juguetes de latón de vivos colores –a los que también soy aficionado- no puede hacer otra cosa que llamarme poderosamente la atención.
lunes, 5 de abril de 2010
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