Hace mucho que no le dedico una entrada a algún tema televisivo y quiero hacerlo hoy –la razón os la diré al final- con un par de series de ambiente militar, aunque en diferentes contextos. La primera es una que actualmente sigo, NCIS. La acción de la misma transcurre en una unidad especial de investigación criminal de la Armada estadounidense. Sin embargo los delitos que estos agentes investigan –narcotráfico, asesinatos, terrorismo- no se restringe a cuarteles o navíos, sino que tiene lugar en las calles de cualquier ciudad estadounidense. El único requisito para que actúe el equipo es que en el crimen se halle involucrado –sea víctima o culpable- algún marine o miembro de la Armada. Jethro Gibbs –francotirador y ex-marine, hombre de acción poco dado a la burocracia- y sus hombres (y mujeres) son una mezcla de comando especial del FBI con CSI.
Una de las situaciones que sirven de leit motiv a la serie es la equívoca relación entre el agente especial Anthony Dinozzo, mujeriego, inmaduro y amante del lujo con Ziva David, joven, atractiva e independiente agente del Mossad destinada al NCIS. Como anécdota o diré que la actriz que representa el papel de la israelita es la chilena María José “Cote” De Pablo.
La segunda tiene varios puntos en común con la anterior. Obviando que en nuestro país se pueden ver las dos por La 6, ambas series son de la cadena CBS y resulta que los personajes de NCIS se presentaron al público en un capítulo doble de esta. Me refiero ahora a JAG, otra serie ambientada en el mundo militar –en la Armada nuevamente-, y concretamente en los tribunales.
Original de la NBC, se canceló por falta de audiencia hasta que la CBS la rescató y la convirtió en una de las más exitosas de la cadena. Los argumentos presentan diversos hechos delictivos y las pesquisas del comandante Harmon Rabb –piloto de la Armada- y su ayudante, la teniente del cuerpo de Marines Sarah McKenzie. Dejando a un lado las tramas inteligentes y las imágenes espectaculares –se trata de una serie apoyada por el Ministerio de Defensa, lo que ha permitido al equipo de rodaje el acceso a zonas restringidas-, gran parte de su interés se basa en la atracción sexual que siente la pareja protagonista. Y ahora la explicación de mi repentino interés por dedicar un espacio en este blog a estas series. Mientras que en NCIS tenemos a Cote De Pablo, tan discreta en sus apariciones públicas de la vida real como en su papel televisivo, la casta y decente Catherine Bell se nos muestra en la vida real menos mojigata que su personaje de Sarah.
Una de las situaciones que sirven de leit motiv a la serie es la equívoca relación entre el agente especial Anthony Dinozzo, mujeriego, inmaduro y amante del lujo con Ziva David, joven, atractiva e independiente agente del Mossad destinada al NCIS. Como anécdota o diré que la actriz que representa el papel de la israelita es la chilena María José “Cote” De Pablo.
La segunda tiene varios puntos en común con la anterior. Obviando que en nuestro país se pueden ver las dos por La 6, ambas series son de la cadena CBS y resulta que los personajes de NCIS se presentaron al público en un capítulo doble de esta. Me refiero ahora a JAG, otra serie ambientada en el mundo militar –en la Armada nuevamente-, y concretamente en los tribunales.
Original de la NBC, se canceló por falta de audiencia hasta que la CBS la rescató y la convirtió en una de las más exitosas de la cadena. Los argumentos presentan diversos hechos delictivos y las pesquisas del comandante Harmon Rabb –piloto de la Armada- y su ayudante, la teniente del cuerpo de Marines Sarah McKenzie. Dejando a un lado las tramas inteligentes y las imágenes espectaculares –se trata de una serie apoyada por el Ministerio de Defensa, lo que ha permitido al equipo de rodaje el acceso a zonas restringidas-, gran parte de su interés se basa en la atracción sexual que siente la pareja protagonista. Y ahora la explicación de mi repentino interés por dedicar un espacio en este blog a estas series. Mientras que en NCIS tenemos a Cote De Pablo, tan discreta en sus apariciones públicas de la vida real como en su papel televisivo, la casta y decente Catherine Bell se nos muestra en la vida real menos mojigata que su personaje de Sarah.
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