domingo, 27 de julio de 2008

Family Jewels


En el otro lado encontramos a la más reciente Family Jewels, de Gene Simmons. ¿Sabéis?, también crecí con su música, la de Kiss, y no sólo soy desde siempre un fan del grupo en el aspecto musical, sino que incluso he coleccionado durante todos estos años diversos artículos de merchandising relacionados con la banda. Aquí piltrafillas, el protagonismo absoluto lo acapara un hombre que está encantado de haberse conocido y que, aún conociendo su imagen negativa de obsesionado por el dinero, no hace nada por ocultarla. Sí amiguitos, Gene Simmons, el puto amo. Aquí no hay esposas que le conduzcan a uno la carrera, no. Aquí es Gene el comediante, el calculador, el dios del sexo, quien lleva las riendas de la familia. Y, ¿qué queréis que os diga?, cuantos más episodios veo de su serie -aunque se haya copiado de Ozzy, no se puede negar- más la prefiero.
Para que os hagáis una idea, las dos mansiones en las que viven son impresionantes, pero la de Gene es elegante mientras que la de Ozzy rezuma un gusto dudoso, excesivo y kitsch. Tanto los hijos de uno como los del otro tienen la pinta de no haber pasado necesidades en su vida, pero mientras Jack y Kelly Osbourne son unos histéricos infantiles y pretenciosos, Nick y Sophie aparentan ser educados, cultos y bastante asentados emocionalmente. Por otro lado, Sharon Osbourne es una malhablada que trata a sus empleados despóticamente, mientras que Shannon -exmodelo de Playboy y actriz de películas de género erotic thriller- parece una mujer inteligente que ha hecho sentar la cabeza a su marido. Y por último tenemos a un Ozzy que -aunque casi no puede- desea salir a grabar temas y tocar para huir de su familia, y a un Gene que parece haber apartado de su vida a las grabaciones y las giras y que dedica cada minuto de su tiempo a ganar más y más dinero.
Bueno, eso es todo. Ya sabemos que este tipo de programas al final aburren, pero -de momento- el poder ver la parte personal de unos personajes a los que siempre he visto sobre un escenario o comportándose como estrellas intocables, tiene su atractivo o su morbo. Debe ser que soy un poco voyeur, o quizás es sólo -por lo menos en el aspecto de su poder adquisitivo o el tamaño de sus viviendas- puta envidia.

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