Bueno, puedo deciros que debo ser uno de los pocos seres humanos que se ha tragado las más de 2 horas y 20 minutos que dura la película Casshern. Y, ¿qué queréis que os diga? Es un pequeño caramelo visual, dulce y aromático que, al final, se hace empalagoso. Si no os gusta el manga, ni lo intentéis.
Se trata de un enorme espectáculo de efectos digitales, de montaje endiablado y ritmo con altibajos. Digamos que Casshern es al anime lo que un Bentley Continental a un Ford T, lo mismo en lo básico, pero más rápido, bonito y bien recubierto.
Se trata de un enorme espectáculo de efectos digitales, de montaje endiablado y ritmo con altibajos. Digamos que Casshern es al anime lo que un Bentley Continental a un Ford T, lo mismo en lo básico, pero más rápido, bonito y bien recubierto.
El argumento –que tiene algunas lagunas que no se explican a lo largo del metraje- para mi gusto peca de querer tener una moraleja pacifista. A mi modo de ver, se trata de una película que no puede tomarse como otra cosa que un divertimento a lo bestia –seguro que en las pantallas de cine gana muchos enteros-, por lo que ese tufillo a pseudofilosofía no le hace ningún bien. ¿Qué pretende Kazuaki Kiriya, que nos tomemos en serio este cómic cibernético? Por lo menos –algo que es de remarcar dada la nacionalidad del director-, los malos no son los occidentales, sino una especie de macrofederación asiática que ha logrado dominar el mundo a base de violencia y odio. En fin piltrafillas, distraída, algo larga, pero un regalo para los sentidos –igual que lo fue Sin City- para los que amamos cine, cómic y arte visualmente llamativo. Eso sí –repito-, si Akira te pareció un rollo, ni se te ocurra darle al play.
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