Este fin de semana he hecho para comer algunos platos que o no había preparado nunca o hacía tiempo que no cocinaba. Así que, por petición popular –bueno, en realidad no me lo ha pedido nadie– voy a dejar constancia de las recetas. Como siempre, las cantidades son para tres personas y donde no se indica, la medida es a ojo de buen cubero.
Ayer hice Salchichas al vino. Consiste en poner un chorro de aceite de oliva en una sartén grande y calentar para sellar las salchichas por los dos lados a fuego fuerte. Se reservan las salchichas y en el mismo aceite se pocha cebolla cortada en juliana fina y ajo a láminas con el fuego bajo. Y aunque no está en la receta original, yo le añadí unos champiñones frescos laminados que había en la nevera. Echar sal, pimienta, tomillo y un poco de harina. Cuando la cebolla esté pochada, volver a poner las salchichas y un vasito de vino blanco. Y cuando se evapore el alcohol, echar caldo de ave y acabar de cocinarlo todo hasta que reduzca la salsa. Luego se aparta y se calienta en el momento de comer. Yo lo he acompañado con media patata al horno –previamente hervida con su piel– con sal, orégano y mantequilla.
Luego preparé unas Torrijas para comerlas hoy de postre porque a mi me gustan más de un dia para otro, para que suden su almíbar. Para ello hay que cocer leche con un poco de azúcar, canela y un toque de ralladura de piel de limón sin que llegue a hervir. Esperamos que temple y la vertemos en una fuente donde hayamos dispuesto rebanadas de pan de barra cortadas gruesas. Cuando el pan esté bien empapado y haya absorbido la leche, se pasan las rebanadas por huevo batido y se fríen con aceite caliente antes de disponerlas sobre papel de cocina. Y cuando estén templadas y hayan eliminado el exceso de aceite, se espolvorean con una mezcla de azúcar y canela en polvo y se dejan en una fuente tapada pero a temperatura ambiente hasta el día siguiente.
Y esta mañana he hecho unos Spaghetti con pollo a la toscana. A saber. Sazonar dos pechugas de pollo con sal y pimienta y dorarlas bien. Cuando estén hechas, reservar y cortar en finas rodajas. En el mismo aceite, freír cuatro o cinco lonchas de tocino cortadas en porciones ni grandes ni demasiado pequeñas, ya me entendéis, hasta que estén crujientes. Luego disponer sobre papel de cocina. Dejar un poco del aceite en la sartén y sofreír a fuego bajo un ajo a láminas con dos tomates maduros pelados y cortados a daditos y hojas de espinacas al gusto con sal y pimienta. A la hora de comer, añadir nata líquida y queso parmesano y calentar de nuevo. Hervir pasta a la manera habitual –en mi caso he utilizado spaghetti, pero puede usarse otro tipo–, colar, mezclar con la salsa y añadir el pollo y el tocino. Servir y espolvorear cilantro o perejil picados.
En fin, eso es todo. Buen provecho a los que se decidan por seguir mis indicaciones y recordad que en este blog hay muchas más recetas, a cual más suculenta.
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