A mediodía decidimos visitar el bonito Nagycsarnok o Gran Mercado de Budapest, un edificio de finales del siglo XIX en el que destaca su techo decorado con baldosas de cerámica. Además de las paradas habituales de todo tipo de alimentos, posee un espacio en el primer piso lleno de pequeños puestos de comida. Sin embargo, el calor que reinaba a esa hora y la ingente cantidad de paisanos y turistas que abarrotaban los pasillos nos obligaron a encaminarnos a la vecina calle Váci, donde dimos cuenta de un sencillo aunque sabroso Lángos de queso y crema agria que complementamos con un helado de chocolate.
Tras un descanso y estando físicamente exhaustos tras una semana de caminatas a lo largo y ancho de Praga y Budapest, decidimos tomárnoslo con calma y nos dirigimos en metro hasta la enorme Isla Margarita, donde dimos un relajante paseo entre los árboles y repasamos todo lo visto a lo largo de nuestras vacaciones. De regreso y antes de llegar al Parlamento nos encontramos con una estatua dedicada al Teniente Colombo –los que tengáis mi edad habréis imaginado enseguida de quien os hablo–, que tiene relación con una pretendida relación familiar nunca probada del actor neoyorquino Peter Falk con el político y escritor húngaro Miksa Falk. Por nuestra parte, acabamos cenando de nuevo en el Bistró Gerbeaud de la Plaza Vörösmarty que puso oficialmente el punto final al viaje.
Y eso es todo en lo que se refiere a mis vacaciones estivales. Como siempre, espero que a alguien le hayan parecido interesantes mis fotografías y quizás sirvan para que se decida por visitar estas más que interesantes capitales.
Parte 9
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