domingo, 8 de abril de 2018

El sacrificio de un ciervo sagrado (2017)


En la tragedia de Eurípides Ifigenia en Áulide, Agamenón debe decidir si sacrifica a su hija Ifigenia para que se cumpla un oráculo según en cual eso generará el viento que lleve a sus barcos contra Troya o se niega a ello, provocando la ira de los ejércitos que de todas formas le matarán a él y a su hija. Pues bien, cambiando el Golfo de Eubea por Cincinnati, Yorgos Lanthimos nos ofrece en esta El sacrificio de un ciervo sagrado su particular revisión de la historia que da como resultado una turbadora película de terror psicológico basada en la venganza. Coescrita y dirigida por el realizador griego que también nos regaló la extraordinaria e igualmente perturbadora Canino hace unos años –y de la que os hablé aquí–, la cinta nos cuenta como la feliz familia compuesta por Steven, Anna –él cirujano y ella oftalmóloga– y sus hijos Kim y Bob, ve como su apacible existencia es amenazada después de que Steven entable amistad con Martin, un adolescente huérfano de padre con el que mantendrá una extraña relación. 


Galardonada en Cannes –mejor guión– y Sitges –premio de la crítica–, El sacrificio de un ciervo sagrado se inicia con unos diálogos tan naturales y a su vez tan fuera de lugar que resultan inquietantes y aportan una tensión que conforme nos vamos metiendo en el enfermizo argumento es más difícil de soportar y que va in crescendo mientras avanza el metraje, algo a lo que no es ajena la musica de la banda sonora. Sin duda, estamos ante una angustiosa y claustrofóbica película en la que el realizador –gracias a Colin Farrell y sobre todo Barry Keoghan– nos lleva con decisión hacia un final aterrador. Estupenda, aunque de complicada digestión. Definitivamente, Lanthimos se ha superado con ella. Y la fotografía también me ha gustado mucho. Recomendada.

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