La segunda de las cintas del fin de semana es La huérfana de Jaume Collet-Serra, película norteamericana rodada en Canadá y dirigida por un catalán. En ella se cuenta la historia de los Coleman, familia formada por John y Kate y los hijos de estos, Daniel y la pequeña Maxine, aquejada de sordera. Kate perdió algún tiempo atrás a su hija Jessica antes de dar a luz, hecho que la llevó a pasar por una época cargada de alcohol y propició su despido de Yale. En la actualidad parece que el matrimonio va superando el suceso y deciden volcar su amor en una nueva niña por lo que están dispuestos a adoptar a una huérfana. En el orfanato y por casualidad, John se encuentra con una aparentemente adorable niña de origen ruso que se mantiene apartada de las demás. Se llama Esther y se nos muestra como un angelito cuando todos sabemos ya –de hecho el cartel de la película no deja espacio para la ensoñación- que esconde a un verdadero diablillo. Cuando los Coleman proponen a la hermana Abigil adoptar a la pequeña, la monja les cuenta las excelencias del caracter de la niña, a la que define como una princesita despierta y educada. Sin embargo todos hemos visto la cara que ha puesto cuando ha encontrado a John hablando con la niña por primera vez. No se sabe si la puñetera monja está contenta por la niña o por librarse de ella. Así, la primera parte de la cinta –con un metraje total de casi dos horas- se nos presenta de esta manera, jugando con la sospecha. Os puedo decir que La huérfana contiene varios sustos de esos típicos –la escena del minuto 12, más que típica creo que aparece en el manual de realizadores de cintas de terror como obligada- pero que no por ello dejan de ser efectivos. Particularmente me lo he pasado muy bien.
Poco a poco los acontecimientos se van sucediendo sin estridencias, de una manera almibarada, bucólica, ideal... mientras los espectadores, embargados por la tensión –avisados del argumento de la película-, aunque aún no lo hayamos visto, imaginamos que la dulce Esther es una capulla de mucho cuidado. O quizás es sólo una niña inteligente, educada, diferente hasta cierto punto y falta de afecto que ha sido maltratada en el pasado y tiene miedo de perder el amor de su nueva familia. Ese es el acierto del realizador, que con todas las cartas sobre la mesa y sin demasiados golpes de efecto –obviando esos típicos recursos de los que os he hablado antes- construye un thriller angustioso en el que no pasa nada –al menos al principio- pero todos esperamos que ocurra, temiendo que además sea a lo bestia, algo que desgraciadamente acabará ocurriendo y nos desvelará un secreto sobre la dulce Esther. Recomendadísima.
Poco a poco los acontecimientos se van sucediendo sin estridencias, de una manera almibarada, bucólica, ideal... mientras los espectadores, embargados por la tensión –avisados del argumento de la película-, aunque aún no lo hayamos visto, imaginamos que la dulce Esther es una capulla de mucho cuidado. O quizás es sólo una niña inteligente, educada, diferente hasta cierto punto y falta de afecto que ha sido maltratada en el pasado y tiene miedo de perder el amor de su nueva familia. Ese es el acierto del realizador, que con todas las cartas sobre la mesa y sin demasiados golpes de efecto –obviando esos típicos recursos de los que os he hablado antes- construye un thriller angustioso en el que no pasa nada –al menos al principio- pero todos esperamos que ocurra, temiendo que además sea a lo bestia, algo que desgraciadamente acabará ocurriendo y nos desvelará un secreto sobre la dulce Esther. Recomendadísima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario