En efecto, ABBA The Museum iba a ser el único museo de la conocida como isla de los museos en el que íbamos a entrar. Y es que uno creció escuchando a AC/DC o Iron Maiden, pero también a ABBA, Neil Diamond o Richard Clayderman, por ejemplo. Los dos últimos nunca me han atrapado, pero las melodías del grupo sueco, el empaste perfecto de las voces de Frida y Agnetha y –por qué negarlo– el físico de esta última siempre me llamaron la atención durante la adolescencia.
Por otra parte, mi hija y mi mujer son fans absolutas de las películas de Mamma mia! así que pensamos que sería una forma estupenda de pasar un rato simpático. Además, fuimos de los primeros en entrar y como ya había visto el documental sobre la historia del grupo, no me paraba con el audioguía en cada lugar marcado, cosa que sí hacía el resto de visitantes. Así que las salas estaban desiertas para nosotros solos. Hasta pudimos hacer un –patético pero divertidísimo– karaoke con uno de sus temas. Total, una inmersión en el universo de estos mitos del pop. Y no me arrepiento en absoluto, que uno ama Phantom Lord pero también Summer Night City. Por cierto, Gene Simmons podría sacar algunas ideas del merchandising que en su momento lanzaron estos cuatro, ¡hasta zapatos!
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