domingo, 23 de diciembre de 2018

Aquaman (2018)


Pues sí, amiguitos, el viernes –siguiendo la tradición familiar– fui con mi hija al cine para asistir al estreno de Aquaman, el último lanzamiento de Warner y DC Films de la mano de James Wan –quien ya había visitado este espació con The Conjuring–, dos horas y veinte minutos de despiporre que en el momento de escribir estas líneas –más de doce horas después de verla– aún no sé si calificar positiva o negativamente. Además, para mi, Aquaman siempre había sido el rubiales dibujado por Jim Aparo así que entenderéis que me cueste aceptar a un melenudo hawaiano como imagen del personaje. La historia, para quien no la conozca, es la de cómo Arthur Curry –el hijo de una reina marina y un farero– se entera de que está llamado a convertirse en el Rey de Atlantis y el héroe que defienda el planeta de la destrucción. La película la protagonizan Jason Momoa, Amber Heard –podéis ver aquí varios títulos de su filmografía–, Patrick Wilson, Willem Dafoe, Nicole Kidman o Dolph Lundgren entre otros. 


Debo admitir que el inicio me resultó desalentador –el rejuvenecimiento digital de Temuera Morrison era demasiado forzado y las escenas protagonizadas por Nicole Kidman resultaban tan reales como las de un mal videojuego–, pero poco a poco se fue arreglando el despropósito. La aparición de Jason Momoa es efectiva, la explicación de la génesis de Black Manta concisa y el desarrollo de la película es muy entretenido. Sinceramente, si dejo a un lado algunas escenas de batalla que para mi gusto se alargaron en exceso, la cinta no se me hizo para nada pesada, me distrajo de las preocupaciones por un rato y me libró del estrés laboral que estos últimos días –y lo que me queda– he sufrido. En el apartado visual, el diseño de producción es espectacular, excesivo, apabullante. Sin embargo, si la presencia física de Momoa es incontestable, su valía interpretativa es casi nula. Por otra parte, la aparición de una princesa del mar ¡con tacones! me chirrió un poco, así como seres de las profundidades más propios de la saga de Jurassic Park o de amigos de Godzilla que de una cinta en la que se lanzan proclamas ecologistas y conservacionistas del medio marino. Joder, si el medio lo pueblan esas criaturas, destruyámoslo rápido. La pelea entre la pareja protagonista y Black Manta tiene momentos simpáticos –el comedor de esa pobre mujer– pero la parte de los tejados se hace un poco larga y recuerda en exceso a similares escenas jamesbondianas o jasonbournianas


Me gustó –no sé si es cosa mía, algo fortuito o un guiño del realizador– el asalto del barquito pesquero por parte de las criaturas de la fosa, que me recordó a un ataque de los Gremlins. Previsible a lo largo de todo el metraje –las pretendidas sorpresas o el final sensiblero son de manual–, como siempre, lo mejor de todo fue el rato compartido con mi hija y la cena de fideos chinos en un banco del barrio de Gràcia mientras revisábamos aspectos de la película. En resumen, cine de evasión, palomitero, deslumbrante, entretenido pero de poco calado, tan recomendable como olvidable. Mientras Black Widow se hace esperar, ya estoy aguardando que llegue el momento de que la Capitana Marvel desembarque en nuestras pantallas.

No hay comentarios: