Mi segunda reseña es para Baby driver, una película –eso pensaba yo cuando decidí verla– de atracos y persecuciones automovilísticas. Pero no es del todo cierto, veréis. Escrita y dirigida por el británico Edgar Wright y protagonizada –entre otros– por Ansel Elgort, Lily James, Jamie Foxx, Jon Hamm y un Kevin Spacey en el que podría ser el último papel de su carrera en mucho tiempo, se puede resumir como la historia de un chico metido en problemas que cuando quiere volver al buen camino no puede hacerlo y se ve obligado a pagar un precio antes de disfrutar de la vida junto a su gran amor. En la escena inicial se ve a un chaval al volante de un Subaru, esperando a que unos atracadores hagan su trabajo mientras escucha música en sus auriculares y la tararea casi ajeno a todo. Luego la huida, una persecución policial bien resuelta aunque nada del otro mundo. Títulos de crédito con Harlem shuffle –la original de Bob & Earl, no la de los Stones que me gusta más– y el chaval caminando por la calle canturreando y bailando a lo musical de los 50. Asistimos entonces al reparto del botín y nos vamos enterando de que el chico no está en eso por gusto sino para pagar un error, que padece de acúfenos y que es un friki de los sonidos loco por la música que arrastra un trauma infantil.
domingo, 5 de noviembre de 2017
Baby driver (2017)
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