Queridos piltrafillas, mañana no estaré con vosotros hasta –si todo va como debe- bien entrada la tarde. Como ya conoceréis los que me seguís desde hace tiempo, por estas fechas tiene lugar cada año en la empresa a la que dedico mi sudor a cambio de una nómina la habitual asamblea de órganos de gobierno a la que asisten más de un centenar de delegados de todo el país. Solo tenéis que revisar mis entradas de cada mes de febrero para encontraros con lo que en aquel momento pasaba por mi cabeza pocas horas antes del acontecimiento. Sin embargo, este año –otro de los que, además del orden del día más o menos ordinario, tendrá lugar la renovación de parte del equipo directivo- no os voy a aburrir con mis miedos y elucubraciones. Esta vez me limitaré a despedirme algo enfadado –eso sí- porque un sábado que debería ser festivo para mi voy a tener que madrugar para someterme a lo que una pand... un grupo de personas que se encuentran sobre mi en el escalafón tengan a bien solicitar y que –en la mayoría de los casos- van a hacer lo posible por traspasarme su angustia y sus nervios. De hecho, hoy ya han comenzado. Claro que ya llevo más de veinte asambleas de estas a mis espaldas y –pese a que la tensión y el cabreo ante la ineptitud de algunos nunca le abandona a uno- también es verdad que encaro la cita con un cierto distanciamiento. Que paséis buena noche.
viernes, 14 de febrero de 2014
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2 comentarios:
Tómese usted esas hierbas medicinales y secretas para aplacar cualquier atisbo de melancolía o salida de tono, que de todo puede producirse en momentos tan cruciales. Unas palmaditas en la espalda de uno que lo respeta y tiene en mucho.
Gracias... pero no sería yo si no dijese la mía en algún momento, y no siempre el más justo. El acto ha finalizado sin imprevistos, pero ya he tenido ocasión de decirles cuatro cosas a un par de directivos. Eso sí, con una sonrisa en la boca y como si nada... pero dejándola caer, a lo puyita. Espero que no me lo tengan en cuenta. Llevo más de veinte años y de momento parece que no lo hacen, pero tengo la impresión que tenso demasiado la cuerda y un día me dará un susto. En fin. Aún nos queda el domingo. Voy a ponerme música. Un abrazo, maestro.
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