miércoles, 29 de agosto de 2012

Urlaub in Wien 19


Y despido –ahora sí- mi serie Urlaub in Wien iniciando la Part XIX con algunas instantáneas a lo death metal de la Kaisergruft en la Kapuzinerkirche –la cripta imperial en la que descansan los restos de la emperatriz Sissí entre más de cien Habsburgo- y finalizándola con un apartado alcohólico. 
Durante mi estancia en la capital austriaca, a nivel gastronómico –además de pizza, pasta, comida mexicana, sandwiches de supermercado, hotdogs y las ricas ensaladas y bocadillos de hering de la cadena Nordsee -¿para cuando su llegada a nuestro país?- también dejé espacio en mi estómago para platos autóctonos como la Frittatensuppe, el Rindgulasch o la típica Wiener Schnitzel así como productos de repostería como el Apfelstrudel, las Palatschinken, los Profiterole, la empalagosa y dulce Linzertorte o la inevitable Sachertorte
Pero lo que he querido documentar en imágenes es lo que bebí. Amiguitos, si alguna vez visitáis Viena tenéis que saber que si pedís una bier no os preguntarán nada y os servirán directamente una jarra de medio litro, que es una medida más que correcta y que ya sea de tirador, botella o lata, debéis exigir siempre. Pues bien –además de un par de latas de Gösser y unas foráneas XX Lager y Heineken- disfruté de un par de Ottakringer, varias refrescantes Zipfer y una buenísima Wieselburger. Para terminar, la última tarde me senté en un café del Graben y me tomé un Aperol Spritz bien fresquito con lo que puse la guinda –y la nota chic- a casi una semana en la que la lluvia, el frío y los nubarrones se alternaron –casi siempre en un mismo día- con momentos de calor, cielo azul y un sol radiante. 
Así debe ser Viena. 
 

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