Vier Tage in Deutschland

Tras regresar de Münster bajo la lluvia, el sol salió tímidamente por unos minutos lo que nos permitió dar un corto paseo por una semidesierta Düsseldorfer Strasse de Solingen que me aportó material para la primera parte de la tercera ídem de la serie Vier Tage in Deutschland. El domingo fue el de la celebración y –contrariamente a lo que la gente normal hace- ese día fue precisamente el que dejé descansar a mi cámara. Os contaré que, dejando de lado lo importante que para la comunidad católica alemana es el día de la Primera Comunión –que preparan durante meses y que celebran dos días seguidos-, lo que a mi me gustó fue la invitación a solomillo argentino a la pimienta con ensalada y bratkartoffeln –unas patatitas cocidas con piel y fritas luego en manteca, con cebolla y trozos de panceta ahumada- y las dos Kölsch que me bebí antes de la copa de Killepitsch, un licor de hierbas de 42º rojizo y espeso típico de la región que fue el preámbulo de una tarde de pasteles –pastel de mantequilla, pastel de frambuesas y sachertorte con copita de Jägermeister incluida- que me dejó el estómago preparado para una Bitburger de 0,50 cl y una pizza Diavolo de peperoni y guindillas antes de irme a dormir. El lunes por la mañana sólo hubo tiempo para un bocadillo de pepino y salami y un corto paseo por Hilden en el que me dio por fotografíar la casita en la que nos alojábamos, una lápida, un utilitario BMW y algo de arte urbano antes de cascarme otra Bitburger y una pizza de atún, pimiento, espinacas y alcachofas y coger el camino de la estación para regresar a Barcelona.

 

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