domingo, 28 de agosto de 2011

Pleasure kill


Amiguitos, hacía tiempo que no os hablaba de alguna bizarrada japonesa y ya tenía ganas por lo que mi primera reseña de hoy será para Pleasure kill, una cinta de softcore japonesa de 1987 que utiliza un argumento propio de película de terror como vehículo para ofrecernos algunas imágenes subidas de tono en las que el gore bizarro se mezcla con el erotismo. La historia que Pleasure kill nos cuenta es la de un chico llamado Eiji –un friki de mucho cuidado- que está estudiando la relación entre las partes física y mental del dolor y la manera de que éste último se convierta en placer de cara a que el ser humano sea capaz de encontrar la felicidad. A su vez, el chico es hijo de un científico que se suicidó después de que las autoridades universitarias le echasen de su laboratorio acusándole de realizar experimentos poco éticos. La madre de Eiji está preocupada por la manera en que se comporta su hijo -le recuerda a su marido-, pero aunque él intenta apartar de ella tales pensamientos, la pobre mujer hace bien en estar nerviosa. Resulta que ella también es doctora y está experimentando un medicamento de estabilización mental que en un año debe ser puesto en el mercado. Antes de ello debe pasar una última prueba, un ensayo en personas.


Tres jóvenes llamadas Riko, Taeko y Tomoko se han prestado a participar en el experimento como cobayas humanas. En teoría, los estudios en ratones indican que el compuesto es inocuo, pero lo que nadie sabe es que Eiji ha adulterado el fármaco que se inoculará a las jóvenes y el resultado va a ser devastador. En fin amiguitos, que como os podéis imaginar en una cinta de este tipo, encontraremos violaciones, autosatisfacción friki –como confunden placer y dolor, las chicas se dan placer con cuchillos o espinas de rosas-, referencias a los videojuegos y una orgia de sangre final que pondrá fin a un argumento entre bizarro e hilarante. Pleasure kill es una más de las películas de la figura del exploitation nipón Hisayasu Sato –más de cincuenta obras de horror, sexo y sadismo con títulos como Lolita vibrator torture en su haber- con un valor artístico limitado aunque más aceptable que el que se podría esperar en estos casos y –en mi opinión- altamente recomendable como entretenimiento para los freaks amantes de las emociones fuertes y productos de terror que se apartan del mainstream.

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