domingo, 15 de noviembre de 2009

Paranormal Activity






Un amigo me recomendó hace poco esta película llamada Paranormal Activity, una cinta que al parecer estaba rodada en vídeo, como si fuese un documental casero. Mi amigo me comentó que –disculpad el lenguaje, pero fueron sus palabras- se había cagado de miedo, así que pensé que no estaría de más conseguirla. Antes de buscarla por los medios habituales –soy todo un outlaw- decidí investigar un poco y así me enteré de que Paranormal Activity –obra de un tal Oren Peli- es lo que se llama un sleeper, un fenómeno comparable a la seminal Blair witch project, que costó entre 12.000 y 15.000 dólares según las fuentes pero que ya lleva recaudados más de 100 millones. La historia del estreno de la cinta –la verdad es que uno ya duda de si realmente es cierto lo que lee o todo forma parte de una estudiada estrategia de marketing- no tiene desperdicio. Si la leyenda es cierta, resulta que Peli y su obra, rodada en vídeo, con sólo tres personajes y el coste que antes os he mencionado, iban dando vueltas de despacho en despacho buscando distribuidora cuando a Steven Spielberg le llegó una copia. Impresionado por la aparente sencillez de la película y el resultado final, decidió apadrinarla y convenció a Paramount para que la distrubuyera. Los estudios sin embargo, que no confiaban tanto en Paranormal Activity –al menos en la versión oficial que se cuenta de todo esto- como Spielberg, idearon un sistema de suscripción por internet y sólo estrenaban la película en las ciudades en las que había suficientes peticiones como para que ello resultase rentable. La jugada no les podía haber salido mejor. Así pues, opté por hacer caso a la recomendación y finalmente he visto la cinta en cuestión.




Paranormal Activity comienza con Micah filmando a su novia, Katie, llegando a su nueva casa en las afueras de San Diego. Se han comprado una nueva cámara y el espectador asiste a todo cuanto Micah rueda, situaciones cotidianas como la llegada al hogar después del trabajo, la preparación de la cena, mientras descansan en el sofá o a la hora de irse a dormir. La verdad es que el tal Micah es un friki de mucho cuidado y uno no entiende como Katie no le envía a paseo. Pero nada, la película sigue y Micah rueda que te rueda... hasta que Katie coge también la cámara y vemos a su novio trabajando ante el ordenador o haciendo el memo en la piscina. ¿Qué coño pasa entre esos dos? Entonces llega a casa un tipo con poderes psíquicos –no olvidéis que la película no está rodada de manera lineal y la vemos con cortes, como corresponde en un puzzle en el que las piezas son diferentes grabaciones de vídeo caseras, con sus saltos en el tiempo. Gracias a la visita de ese desconocido y la entrevista que mantiene con Katie nos enteramos de que desde pequeña tiene extrañas visiones que la siguen allá donde va. Ah piltrafillas, lo que pasa es que Micah y Katie están comenzando a escuchar ruidos extraños en su recién estrenada casa, por lo que se han decidido por buscar ayuda –el tipo acabará diciéndoles que no puede hacer nada por ellos y que mejor que contacten con un demonólogo- y Micah ha tenido la feliz idea de rodar de noche para atrapar al fantasma.
Total amiguitos, que sin sangre, ni efectos especiales, ni pirotécnia, ni movimientos de cámara sincopados, ni música de fondo... con únicamente una cámara rodando de día y de noche, Oren Peli consigue darnos unos cuantos sustos que –tras una primera parte que a mi se me ha hecho muy pesada- van conduciéndonos hacia un final que –al menos algo positivo- no se me había ocurrido. No está mal la idea, pero tampoco es ninguna obra de arte.

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