La primera cinta de este domingo ha sido –desde el punto de vista friki- un regalo para los sentidos, toda una sorpresa amiguitos. Me estoy refiriendo a Mad foxes, también conocida como Los violadores, una obra bizarra a más no poder que he descubierto gracias a The weird world of, uno de los sitios recomendados por este blog. ¿Sois amantes de las frikadas y os pensais que ya lo habíais visto todo?, pues no piltrafillas, seguro que esta cinta lo supera. A ver, tenemos una película con un Chevrolet Corvette Stingray tuneado circulando por las calles de Barcelona y alrededores, diálogos en inglés, con música de Krokus y protagonizada por una banda de motoristas nazis que van en Montesa, todo bajo la dirección de Paul Grau –que aquí se hace llamar Gray-, un tipo que llegó a colaborar con Jesús Franco.
La historia va de un playboy de esos que van de una sala de fiestas a otra en su cochazo, tomándose copas y follándose a todas cuantas se le ponen por delante. Una noche, llevando de fiesta a su novia de turno, tiene un altercado con unos motoristas nazis. Estos les sorprenden más tarde, violan a la chica y le dan a él una paliza. El pavo –a quien, aunque sólo sea por pura envidia, acabas deseándole la muerte- decide vengarse atacando a la banda de criminales junto con sus amigos de una academia de artes marciales. Pero evidentemente los moteros paletos no pueden dejar así las cosas y no paran hasta encontrar a la familia del playboy –criada y jardinero incluidos- y masacrarla. En fin amiguitos, sexo softcore, violencia explícita –una castración, un destripamiento, disparos a bocajarro-, alguna persecución, una madre paralítica, un motero cagando... un impresionante ejemplo de sexploitation casposa súper recomendado para los amantes del cine friki, toda una delicatessen para paladares exigentes. Ah, y con un final –no lo destriparé- de los que hacen época. Os diré que esta vez, en lugar de mi acostumbrada copa de ron, me he tomado dos. ¡Tarantino, aprende!
La historia va de un playboy de esos que van de una sala de fiestas a otra en su cochazo, tomándose copas y follándose a todas cuantas se le ponen por delante. Una noche, llevando de fiesta a su novia de turno, tiene un altercado con unos motoristas nazis. Estos les sorprenden más tarde, violan a la chica y le dan a él una paliza. El pavo –a quien, aunque sólo sea por pura envidia, acabas deseándole la muerte- decide vengarse atacando a la banda de criminales junto con sus amigos de una academia de artes marciales. Pero evidentemente los moteros paletos no pueden dejar así las cosas y no paran hasta encontrar a la familia del playboy –criada y jardinero incluidos- y masacrarla. En fin amiguitos, sexo softcore, violencia explícita –una castración, un destripamiento, disparos a bocajarro-, alguna persecución, una madre paralítica, un motero cagando... un impresionante ejemplo de sexploitation casposa súper recomendado para los amantes del cine friki, toda una delicatessen para paladares exigentes. Ah, y con un final –no lo destriparé- de los que hacen época. Os diré que esta vez, en lugar de mi acostumbrada copa de ron, me he tomado dos. ¡Tarantino, aprende!
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