Uno de los tours guiados que contratamos fue el que nos llevó al Monasterio de Rila o de San Iván de Rila, que tiene su origen en el siglo X aunque el de la ubicación actual data del siglo XIV y fue reconstruido a finales del XIX tras ser pasto de las llamas en 1833. Por una parte debe su nombre a Rila, la montaña más alta de la península balcánica que alberga el Parque Nacional de Rila, con manantiales termales y más de 200 lagos glaciares. Y por otra a Iván, el santo que según la leyenda provenía de la nobleza o incluso se dice que de la realeza, que se retiró a las montañas de Rila para estudiar la Biblia como ermitaño. Allí se alimentaba de frutas y hortalizas y aunque era considerado un loco, comenzó a correrse la voz que ayudaba con el uso de hierbas a algunos pastores enfermos que se habían acercado a él. Poco a poco se difundió entre la región que un hombre religioso de las montañas tenía el don de la sanación y su existencia fue conocida por toda Bulgaria, Macedonia, Grecia e incluso Rusia. Así fue como finalmente, uno de los hombres ricos al que ayudó en temas de salud le edificó en agradecimiento la ermita que inició la historia del monasterio actual.
Por cierto, deciros que en algunas iglesias cristianas búlgaras no se permiten fotografías, en otras sí y en unas pocas se hace pagar al turista un suplemento. El templo del monasterio de Rila es de las primeras, por lo que no podéis ver imágenes de su interior lleno de frescos y –como es habitual– mucho oro. Antes de regresar a la capital también visitamos la Iglesia de Boyana, ubicada en el barrio del mismo nombre al sur de Sofia en pleno macizo de Vitosha, uno de los símbolos de la capital con su forma de cúpula. La iglesia consta de tres partes, una de finales del siglo X, otra del siglo XIII y la última del siglo XIX. Restaurada en numerosas ocasiones, se reabrió a principios del presente siglo con un sistema que mantiene la temperatura, acceso restringido a grupos de 10 personas unos pocos minutos y la prohibición de fotografiar sus preciosos frescos del siglo XIII, dedicados a San Nicolás y con retratos de diversos nobles. La última imagen que os muestro corresponde a la antigua torre de televisión, de cemento armado y conocida como Kopitoto, que corona uno de los montes del macizo.
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