Toca presentar a Paul Westlake, un fotógrafo británico cuyos comienzos en el mundo de la imagen son cuando menos originales. Durante la Segunda Guerra Mundial, sus padres acogieron en casa a un soldado polaco que acabó convirtiéndose en alguien como de la familia a quien llamaban cariñosamente Tío y que incluso se trasladó con ellos a Australia en los años 60. Allí regaló a Paul una Zeiss Ikon, con su funda de piel y todo. Ese fue el punto partida para que Paul se convirtiese en un profesional de la cámara a mediados de los 80 y se trasladase a Nueva York para iniciar una carrera en el mundo de la moda, lo que le ha llevado a colaborar a lo largo de los años con Harper’s Bazaar, Vogue, Elle, Marie Claire o Grazia entre otras publicaciones, además de trabajar en diversos proyectos personales.
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