Os presento ahora al artista francés Jean Rustin, un pintor de Montigny-lès-Metz que al iniciarse la Segunda Guerra Mundial se estableció con su familia en Poitiers, donde comenzó a tomar clases de violín que alternaba con su interés por el dibujo. A partir de ese instante, toda su vida combinaría música y pintura a la hora de expresarse artísticamente. Al final de la contienda mundial, regresó a Metz y estudió el bachillerato a la vez que pintaba sus primeros óleos y al finalizar la educación secundaria, se trasladó a París y se matriculó en la École des Beaux-Arts. Tras un corto período de tiempo pintando acuarelas de escenas capitalinas, estuvo una década creando obras en un estilo que él mismo denominó abstracción lírica y exponiendo cada año en la galería La Roue. Pero a principios de los años 70 su inquietud creativa dio un vuelco. Cansado de –en sus propias palabras– pintar cada día una obra maestra, tomó la determinación de concentrarse el resto de su vida en la crudeza del ser humano sobreviviendo en un mundo hostil y desolado, lo que desembocó en la creación de desnudos grotescos y alejados de los cánones de gusto estético habituales. Su exposición de 1982 en la Maison des Arts de Crétiel fue un escándalo, acusada de ofensiva y restringida a visitantes adultos. Lejos de arrepentirse del camino tomado, Rustin continuó pintando sobre el mismo tema, lo que le apartó del circuito de galerías y de las reseñas de los críticos de arte del momento. Sin embargo, su obra despertó el interés del poeta y crítico jamaicano Edward Lucie-Smith que a principios de los 90 organizó una exposición retrospectiva de la obra de Rustin. A partir del siglo XXI, el artista consiguió el reconocimiento internacional llevando sus óleos de París a Atenas, pasando por Milán. Comparado en ocasiones con Lucian Freud, en sus obras retrata una sexualidad sombría, compleja y nada erótica o esteticista.
jueves, 30 de marzo de 2023
Jean Rustin
Os presento ahora al artista francés Jean Rustin, un pintor de Montigny-lès-Metz que al iniciarse la Segunda Guerra Mundial se estableció con su familia en Poitiers, donde comenzó a tomar clases de violín que alternaba con su interés por el dibujo. A partir de ese instante, toda su vida combinaría música y pintura a la hora de expresarse artísticamente. Al final de la contienda mundial, regresó a Metz y estudió el bachillerato a la vez que pintaba sus primeros óleos y al finalizar la educación secundaria, se trasladó a París y se matriculó en la École des Beaux-Arts. Tras un corto período de tiempo pintando acuarelas de escenas capitalinas, estuvo una década creando obras en un estilo que él mismo denominó abstracción lírica y exponiendo cada año en la galería La Roue. Pero a principios de los años 70 su inquietud creativa dio un vuelco. Cansado de –en sus propias palabras– pintar cada día una obra maestra, tomó la determinación de concentrarse el resto de su vida en la crudeza del ser humano sobreviviendo en un mundo hostil y desolado, lo que desembocó en la creación de desnudos grotescos y alejados de los cánones de gusto estético habituales. Su exposición de 1982 en la Maison des Arts de Crétiel fue un escándalo, acusada de ofensiva y restringida a visitantes adultos. Lejos de arrepentirse del camino tomado, Rustin continuó pintando sobre el mismo tema, lo que le apartó del circuito de galerías y de las reseñas de los críticos de arte del momento. Sin embargo, su obra despertó el interés del poeta y crítico jamaicano Edward Lucie-Smith que a principios de los 90 organizó una exposición retrospectiva de la obra de Rustin. A partir del siglo XXI, el artista consiguió el reconocimiento internacional llevando sus óleos de París a Atenas, pasando por Milán. Comparado en ocasiones con Lucian Freud, en sus obras retrata una sexualidad sombría, compleja y nada erótica o esteticista.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario