Amiguitos, de los Scorpions adoro sin paliativos desde el Lovedrive hasta el Savage amusement, el World wide live porque los vi en directo en esa gira, sin duda la de su mejor momento, y el Tokyo tapes porque es una puta pasada y uno de los mejores directos de la historia. Pero eso no impide que sienta atracción –por raro que parezca– por el álbum que hoy os presento, el menos Scorpions de los discos de Scorpions, un bicho raro. Y es que, aunque la copia que poseo es una reedición francesa de 1982, Lonesome crow se grabó diez años antes a lo largo de una semana en los Star studios de Hamburgo con Konrad 'Conny' Plank a los mandos.
Es el único lanzamiento con el batería Wolfgang Dziony y el bajista Lothar Heimberg en la formación –unos buenos músicos, no obstante– y el único también con el genial Michael Schenker como miembro de la banda, aunque como muchos sabéis el guitarrista estuvo a punto de regresar años después. No hay duda de que estamos ante una obra primeriza, muy influenciada por la música que escuchaban los integrantes del grupo, más que por lo que querían llegar a ser, que en ese momento tampoco es que lo tuviesen muy claro a tenor del resultado. Además de los mencionados, completaban Scorpions Rudolf Schenker a la rítmica y Klaus Meine –en la contraportada pone Meiner, ignoro si por error tipográfico o por ser su apellido real– a las voces.
Y con portada de Petrus Wandrey, dueño de un estudio de diseño de Hamburgo,
se puso en las tiendas este álbum con el siguiente track list:
A
I’m going mad
It all depends
Leave me
In search of the piece of mind
B
Inheritance
Action
Lonesome crow
Inicia el viaje I’m going mad, entre la psicodelia y el protometal, con una mitad inicial instrumental y una parte vocal casi recitada más que cantada. It all depends, sigue la misma tónica, con mucha presencia del pequeño de los Schenker en otro tema entre psicodélico y progresivo con pocas voces. En Leave me cobra un poco más de protagonismo Klaus, aunque –apoyado por unos sonidos de guitarra espaciales– todo sigue dando vueltas a la base rítimica y a las improvisaciones de Michael. In search of the piece of mind es uno de los temazos de Scorpions que aparece en el imprescindible Tokyo tapes –el único de este disco– aunque en una versión algo diferente. Es un tema delicado que sigue sin abandonar la psicodelia y ese tono etéreo que sobrevuela todo el disco, con una segunda parte de lo más lisérgica muy experimental.
La cara B se inicia con Inheritance, que discurre por la misma senda que la cara anterior y prosigue con Action, un tema primerizo del grupo que resulta aún más crudo que sus predecesores, entre psicodélico y a lo improvisación jazzística. La verdad es que, tanto el uno como el otro aportan bien poco al sonido general del disco, encontrándose por debajo de las canciones precedentes. Y la cara –así como el álbum– se completa de forma, no sé si notable pero sí muy especial, con la extensa Lonesome crow que dá título al disco, una especie de space rock, psicodelia y protometal –es decir, un claro exponente de krautrock– con efectos electrónicos y cambios de ritmo que parece hecho para escuchar rodeado de lámparas de lava y con la mente adormecida por las drogas, con momentos de experimentación en los que a Plank se le fue la olla del todo y que poco o nada tienen que ver con los Scorpions de los 80.
En resumen, un artefacto extraño, divertido desde el conocimiento actual de
lo que Scorpions llegaron a ser, de digestión complicada –sobre todo la
segunda cara– pero muy interesante, tanto musical como documentalmente.
Evidentemente, no está entre mis preferidos de los alemanes, pero es un
vinilo que por fin tengo en mi colección. Dadle una escucha atenta si tenéis la oportunidad.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Entrada publicada simultáneamente en ffvinilo.blogspot.com
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