Este domingo os quiero comentar la película española Ensalada Baudelaire, primer y único largometraje del prestigioso realizador y publicista catalán Leopoldo Pomés –creador del concepto de la burbuja Freixenet– con guión de él mismo, al alimón con el historiador Romà Gubern y el arquitecto y artista polifacético Òscar Tusquets. La historia que se nos cuenta es la de un matrimonio burgués que mantiene una relación en la que la falta de amor y comunicación es patente. La pareja está formada por Carlos –un empresario adinerado obsesionado por mantener su tren de vida– y Andrea, quien no siente por él la más mínima atracción o cariño y parece estar a su lado únicamente por interés. Eso ha convertido a Carlos en un voyeur emocional que suple la falta de relaciones observando a su mujer y tomándole fotografías desnuda mientras duerme. Un día deciden pasar una jornada en el mar a bordo de su yate. A la salida debían ir acompañados de un matrimonio amigo, pero estos cambian de opinión en el último momento cuando su perro resulta envenenado. Aún así, la pareja decide zarpar sola. Sin embargo, mientras están fondeados en una cala, un grupo de amigos se acerca al barco y pasan la mañana juntos. Pero es cuando todos se han marchado ya que una pareja sobre un patín a pedales se acerca a ellos y, pese a ser unos desconocidos, Andrea les invita a subir. El matrimonio no tarda en arrepentirse ya que consideran los modales de la pareja chabacanos y de poca clase en comparación con su elevada posición social. Pero los desconocidos no sólo hacen caso omiso de la invitación a marcharse sino que secuestran a Carlos y Andrea, sometiéndolos a diversas humillaciones.
Protagonizada por Xabier Elorriaga, la alemana Marina Langner y el cantante mallorquín Lorenzo Santamaría –estos últimos llevando a la pantalla unas interpretaciones de vergüenza ajena–, la cinta nos conduce a un desenlace inesperado, en realidad a varios ya que la voz en off del realizador nos propone dos nuevos finales alternativos. Lo cierto es que, aunque rompe con el hilo argumental serio de la película, esa conclusión así como la historia resultan bastante originales, sobre todo si tenemos en cuenta que el rodaje tuvo lugar a finales de los 70 –en décadas posteriores se haría más conocido el género del home invasion, en este caso boat invasion– y que el guión esconde algunos mensajes subliminales sobre el clasismo bastante acertados. Por otra parte, el retrato del estilo de vida del matrimonio protagonista se nos presenta lleno de tópicos y casi como de spot de los que Pomés rodaba. No obstante, en una entrevista con motivo del estreno, el realizador se declaró consciente de ello y aceptó que tal superficialidad esteticista era buscada. En resumen, que aunque la calidad general de Ensalada Baudelaire deja algo que desear tanto en el apartado técnico como en el interpretativo, os diré que pese a sus limitaciones, el oficio de Pomés hace que el resultado final resulte bastante interesante.
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