Y la segunda de las películas de hoy es La Pretora, cuyos títulos en español o francés –ver carteles- ya dan una idea del tono general de la historia. Protagonizada por la guapa Edwige Fenech, esta cinta italiana dirigida por Lucio Fulci nos cuenta los problemas que tiene una juez intachable en su cruzada contra la corrupción y la pornografía al ser confundida con su hermana gemela, un putón de mucho cuidado. Así es amiguitos, un argumento de lo más sesudo y enrevesado. La película comienza con un acaudalado hombre de negocios cortejando de la manera más trasnochada que os imaginéis a una joven... que resulta ser la juez de Bellignano que debe dictar sentencia en un caso en el que se le acusa de vender comida para perros como gulash en un bar de su propiedad. Y si Viola -la juez- es una mujer recta y de moral tirando a puritana, su hermana Rosa es una ninfómana casquivana sin dos dedos de frente que se aloja en un hotel a las afueras de la población tirándose a todos los apuestos hombres que es capaz y que nos va a proporcionar las escenas más sensuales de esta típica comedia de enredos eroticofestiva. Y, ¿a que no sabéis en qué hotel se alojará el empresario al que juzga Viola?, exacto, en el hotel en el que está Rosa.
En La Pretora tenemos humor zafio, escenas pretendidamente hilarantes –ese maquinista de cine que, mientras la juez Orlando debe decidir que imágenes corta de una cinta que se va a proyectar en la población, cobra entrada a los hombres del pueblo para que la vean entera desde la cabina-, erotismo gratuito, situaciones de enredo y actuaciones histriónicas. Vamos, que lo que nos encontramos en esta peliculilla en la que sobresale –como es natural- el doble papel de Edwige Fenech interpretando a las dos hermanas, convierte a las de Landa, Sazatornil, Ozores, Pajares, Nadiuska o Ágata Lys en La noche del cazador de Charles Laughton. No me había tirado a la cara últimamente nada tan casposo, machista... y divertido. Porque eso sí, sin desear ser otra cosa que lo que es, La Pretora es la típica comedia erótica italiana de los 70 que se disfruta de principio a fin porque no necesita el empleo de nuestras neuronas y la hace una inmejorable candidata a simpática cinta de la hora de la siesta, después del cortadito y la copa de ron en este resacoso día post-verbena. Esta sí amiguitos.
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