domingo, 18 de diciembre de 2011

Bamboo house of dolls


Piltrafillas cinéfagos y frikis, inicio mis reseñas de hoy con todo un clásico de la explotation en su vertiente women in prison, la producción hongkonesa Bamboo house of dolls, subproducto de lo más típico en el género que nos ocupa rodado a principios de los años 70 por los estudios Shaw Bros. La película se inicia en plena segunda guerra mundial con la llegada de un sanguinario destacamento nipón a un hospital religioso buscando sin miramientos a un piloto norteamericano abatido. Para encontrarle no dudan en asesinar a enfermos, ya sean niños o adultos, hombres o mujeres. Luego, como castigo por la falta de cooperación –después de haber localizado y asesinado al piloto- conducen a todas las mujeres a un campo de concentración –el algún lugar del Pacífico azotado por el calor y la humedad, excusa perfecta para que las presas vayan semidesnudas o se duchen al aire libre- en el que se hacinarán prisioneras chinas y enfermeras europeas de la Cruz Roja. Entre estas últimas se encuentra la protagonista de la cinta –la danesa Birte Love, toque exótico de una producción muy asiática tanto en su reparto como en su mensaje-, que será la que lidere el pequeño grupo que escapará de su confinamiento con la ayuda de la resistencia para localizar unos lingotes de oro con los que poder comprar armas y combatir al invasor japonés.


Amiguitos, Bamboo house of dolls se sirve de este pueril argumento con tintes nacionalistas –los japoneses son aquí muy malos, malísimos- para ofrecernos un típico producto del género women in prison en el que no faltan todos los estereotipos de este tipo de películas, con presas jóvenes y pese a las penurias que sufren bonitos cuerpos, despóticos oficiales aquí destaca una tirana carcelera lesbiana que sin duda es la más sensual y morbosa de todas las actrices que protagonizan la cinta, castigos ejemplarizantes, humillaciones, peleas, duchas, violaciones, huídas rocambolescas a través de la selva e interpretaciones bastante infumables. Evidentemente os la recomiendo, pese a ser consciente del extraordinario nivel de serie B low cost del que goza esta producción que –como todas las de su tipo- son un mero vehículo para mostrar carne femenina con poca ropa y que en este caso incluso lo hace de manera bastante comedida ya que los planos eróticos se limitan a enseñarnos algunos pechos y traseros, olvidándose el realizador de cualquier otra parte del físico femenino, algo que no pasaba en las producciones norteamericanas de la época o en las de nuestro Jesús Franco. Por último, un ejemplo de la hilarante falta de rigor de Bamboo house of dolls: la aparición de un Fiat 2300 como vehículo militar en plena guerra del Pacífico cuando dicho automóvil no comenzó a fabricarse hasta los años 60. Sí piltrafillas, una película-basura, pero todo un clásico.