La segunda cinta del día es la chilena Baby Shower, una película de terror cuyo angustioso inicio hace presagiar que nos encontramos ante una obra de esas que realmente hacen pasar miedo y provocan que nos movamos nerviosamente en nuestro asiento. Antes de nada y para quien no sepa de dónde viene el título –yo mismo antes de ver la película, sin ir más lejos- os diré que una baby shower es un anglicismo que define una fiesta de mujeres en la que una amiga íntima o familiar próxima de una embarazada reúne a parientes y amigas en casa de esta para celebrar el inminente nacimiento de una criatura. Pues bien, resulta que Angela –la embarazada en esta historia, miembro de una especie de secta, un misterioso grupo de ayuda espiritual- ha invitado a sus amigas a pasar el fin de semana con ella para contarles que hace un tiempo se enteró de que su marido era el amante de una de ellas, con el fin de averiguar de cual se trata. Entonces ocurrirá algo extraño. Cuando Angela las quiera echar, enfadada tras saber que todas conocen la identidad de la amiga traidora pero se han puesto de acuerdo para no contarlo, la línea telefónica –por la que no mucho atrás ha llegado una llamada que Angela parecía temer- se corta, no hay cobertura para los móviles y los coches no se ponen en marcha, un verdadero golpe de mala suerte para las amigas de Angela, que no pueden abandonar la finca.
Amiguitos, uno ya lleva años viendo películas mexicanas, brasileñas y –sobre todo- argentinas, pero la verdad es que no recuerdo haber visto nunca una cinta chilena. Esa novedad, sumada a un género –el de terror- que siempre me ha atraído y al excitante comienzo de la película, me han hecho afrontar el visionado de esta Baby Shower con unas subconscientes ganas de disfrutarla. Y no sé si ha sido eso o que –en mi opinión- Baby Shower tiene un buen guión, una buena fotografía, buenas interpretaciones y un ambiente tenso que impregna la primera parte del metraje y explosiona en un desenlace gore, pero tengo que recomendaros su visión. Así es piltrafillas, si pasar un mal rato es para vosotros sinónimo de pasar un buen rato –al menos en lo que al cine se refiere- debo recomendaros que consigáis esta cinta y la degustéis con un gintonic o –como ha sido mi caso- un mojito bien frío.
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