domingo, 28 de marzo de 2010

Blindness









Llega el momento de hablaros de la sesión cinematográfica de este fin de semana que inicié programándome para el viernes por la noche Blindness, la adaptación que el realizador brasileño Fernando Meirelles rodó de la novela Ensayo sobre la ceguera de José Saramago. La historia que se nos cuenta es la de una epidemia de ceguera blanca –en lugar de sumir a sus víctimas en la oscuridad las hace vivir en un “mar de leche” en palabras de uno de los afectados- a la que sucumbe la población de un país occidental sin concretar. Cuando comienzan a darse los primeros casos, las autoridades deciden recluír en zonas apartadas a los enfermos. En uno de esos espacios se encerrará voluntariamente la esposa de un oftalmólogo que también se ha quedado ciego, aunque ella –inexplicablemente- no ha perdido la visión. Piltrafillas, debo deciros que lo que a priori parecía prometer uno de esos thriller de epidemias –la culpa quizás fue mía por no conocer la obra de Saramago- se convirtió en una decepcionante cinta que no sirvió para lo que había decidido verla, es decir, distraerme y hacerme pasar un rato agradable, relajado y sin pensar. La película, tras un –repito- comienzo prometedor, se torna irreal e inverosimil. En un primer lugar vemos como seis personas dan con sus huesos en un manicomio abandonado en el que no hay ni médicos, ni enfermeros, ni nadie que les diga lo que hacer. Tampoco sabemos como les van a alimentar, ni se ven vigilantes, ni servicio de higiene. Por no haber no hay ni normas. Poco a poco van llegando más aquejados de ceguera que se juntan en salas atestadas de camastros, pero que no demuestran ni miedo ni ira... ni nada, es como si se resignasen cual borregos en la cola del matadero. Así pues, en ese antiguo hospital psiquiátrico, mientras se acumula la porquería y la mujer del médico intenta mantener en secreto su capacidad de visión, las autoridades continúan hacinando a los enfermos incapaces de atajar la epidemia.




Lo dicho amiguitos, irreal. En ningún país civilizado se consentiría que la población sufriese tal grado de deshumanización y falta de cuidados. A estas alturas ya vemos que Blindness no parece un thriller al uso, tampoco es una película de zombies en la que se han cambiado los muertos vivientes por los ciegos y parece que el realizador nos intenta vender como creíble que un suceso pandémico en una sociedad occidental avanzada acaba con enfermos sucios y malolientes que entierran a sus muertos en el patio intramuros de hospitales sin personal sanitario vigilados por el ejército. Es entonces cuando uno se da cuenta –tarde, por supuesto- que no estamos viendo una película, sino una fábula, un cuento de esos con mensaje y quizás con moraleja y múltiples lecturas, un retrato sobre la degradación humana en momentos de terror. Así pues, no se trata de entender Blindness, sino de intentar entender lo que la historia que subyace entre líneas nos está queriendo decir. Lo cierto es que la fotografía es soberbia -me ha gustado mucho- y las interpretaciones son más que decentes. Sin embargo os confieso que hubiese deseado disfrutar de algo menos profundo, más directo, simple y distraído. Total, que en mi opinión no es una mala película –ciertamente en general tiene un buen nivel- pero si lo que queréis es pasar un rato sin complicaciones no es el título indicado.

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