Amigos, en ocasiones las portadas horribles son fieles muestras de lo que encontraremos en los surcos del vinilo que guardan. Eso se explica porque en los tiempos en los que aún era habitual apostar por nuevos intérpretes o grupos, si la discográfica de turno no confiaba demasiado en el talento de alguna banda, se limitaba a darle una oportunidad sin gastar demasiado dinero, lo que incluía la parte destinada a los honorarios del diseñador o autor de la portada. Sin embargo, por suerte, en otras ocasiones, la vertiente artística del envoltorio no refleja ni por asomo lo que hay bajo la caratula en términos musicales. El álbum que hoy os traigo es un claro ejemplo de ello. Como podéis ver se trata del Three times running, tercer disco de estudio de los holandeses Bodine, un grupo que a estas alturas de mi vida no conocía hasta que no me llevé el disco a casa. Mentiría si dijese que la portada no me llamó la atención –de no ser así no hubiese sacado el disco de la cubeta– pero fue más por cutre que por otra cosa. Un diseño en aerógrafo de un tres en números romanos flotando en el espacio rodeado de unas estrellas dibujadas sin gracia alguna. Y por el otro lado, todo negro con una pequeña fotografía de la banda en un estilismo para el que la palabra hortera se queda corta (ahora sé que el autor es Govert De Roos, un respetado fotógrafo musical de Amsterdam que sin duda no realizó aquí el mejor retrato de su carrera). Y luego los intérpretes, con nombres como Rheno, Jeronimo... pero si hasta el nombre del productor (John Smit) parecía inventado.
Sin embargo, alguien captó mi interés. Uno de los guitarristas era
Anthony Lucassen y aunque con
ese apellido sólo conocía a otro músico (Arjen, el vocalista, compositor y multiinstrumentista responsable del proyecto
Ayreon), me parecía reconocerlo en la foto de grupo antes mencionada Y sí, se
trataba de la misma persona. Así que, entre eso, el aceptable precio del
vinilo (10 euritos) y mi afición por descubrir joyitas ocultas en las
cubetas de las tiendas de discos, me arriesgué y me llevé el disco a casa.
Spoiler: fue una buena compra.
Producido por la banda y el ingeniero John Smit –sí, el nombre es real– en los DMC Studios de Baarn, el line up estaba formado por Axel Joseph Langemeijer a las voces, Rheno Xeros (Rene Rijsdijk) y Anthony Lucassen a las guitarras, Jeronimo (Jeroen Bos) al bajo y Gerard Haitsma a la batería. La portada fue culpa de un tal Buzzin’ Bruno.
Editado por WEA y fabricado en Alemania –aunque como galleta se
utilizó la original del sello Rhinoceros con el texto
Made in Belgium, en realidad era lo que se conoce como una
vanity label, subsidiaria de WEA y que sólo existía para
editar los álbumes de Bodine–, el track list que nos trae
es:
A
Shout
Battlefield
Black star risin’
Below the belt
B
The force
Hard times
Rampage
Free kick
Vaya por delante que el disco ofrece pocos matices estilísticos y resulta
bastante monolítico en ese aspecto, algo que no desagradará a los que amen
este sonido pero que ofrece pocas sorpresas a lo largo del álbum. Así,
Shout es una buena carta de
presentación del disco, un trallazo muy enérgico y ochentero con un
Langemeijer que me recuerda a
Bert Heerink. Battlefield comienza como una
especie de boogie rock que deriva a un tema con gran presencia de
bajo y guitarras dobladas a lo
Thin Lizzy o
Iron Maiden. Le sigue
Black star risin’ que es algo
así como una mezcla de Accept y
los Steeler de
Axl Rudi Pell. La última de la cara A es
Below the belt, un largo tema instrumental con uso y abuso del trémolo que parece el
típico ejemplo de canción casi finalizada a la que no se ha conseguido
encajar una letra.
La siguiente cara se inicia con The force, un extenso tema que es otro exponente del heavy de la época en su sonido, construcción y arreglos, aunque con el freno echado. Hard times es más de lo mismo, aquí con un poco más de punch, y en Rampage aprietan aún más el acelerador resultando un cóctel de Steeler y Vandenberg. Finalizan el disco con Free kick, otro tema instrumental con un riff principal que me recuerda al de The duellists de los Maiden.
Lo dicho, metal europeo ochentero, bien ejecutado y de agradable escucha,
sin demasiado carisma pero todo un acierto para haber sido comprado a
ciegas, algo que no siempre ocurre. Sé de qué hablo.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Entrada publicada simultáneamente en ffvinilo.blogspot.com
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