Este domingo dedico una entrada a una nueva película, esta vez recuperando a uno de mis directores fetiche, ni más ni menos que el prolífico y lúbrico Jesús Franco. Denostado por la cinematografía mainstream y supuestamente de más calidad artística, aunque idolatrado y convertido en figura mítica a nivel internacional, si el Tío Jess tenía un amigo en Europa, este era el suizo Erwin C. Dietrich, quien produjo varias de sus cintas –algunas reseñadas en esta entrada–, entre las que se encuentra la que hoy os presento. Como veis, me refiero a Barbed wire dolls, otra sexploitation del género women in prison que cuenta con la presencia de Lina Romay, más como reclamo que por otra cosa ya que pese a tener cierto protagonismo, su personaje carece de peso argumental y no aparece tanto en pantalla como sería de desear. Aunque, la verdad –tratándose de una obra de Dietrich dirigida y escrita por Franco– el argumento en si carece de importancia y la película es un mero vehículo para mostrarnos imágenes de softcore lésbico y sadismo misógino.
Junto a Lina y el mismísimo Franco en un cameo onírico, en el elenco encontramos a Paul Muller, Monica Swinn, Martine Stedil, Peggy Markoff o el patético Eric Falk, un habitual de las producciones de Dietrich y que volvería a colaborar con el tándem Franco-Romay. La historia que se nos cuenta es la de una prisión de mujeres ubicada en una isla indeterminada, regentada por un asesino y una sádica guardesa lesbiana con inclinaciones filonazis. A ese lugar llega María, condenada por haber matado a su padre, un degenerado que habría intentado violarla. En un entorno viciado el que las torturas están a la orden del día, Maria ideará un plan para escaparse junto a sus compañeras de celda. El resultado, ya os lo avanzo –atención, spoiler– no será el esperado. En resumen, Barbed wire dolls es una a ratos entretenida excusa para mostrarnos imágenes de cuerpos femeninos desnudos sometidos a vejaciones y masturbaciones, la típica cinta casposa indicada únicamente para completistas seguidores de la obra de Jesús Franco, que por otra parte somos legión.
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